HUIDA

HUIDA

Una palabra que daña la integridad de mi alma…

Va a ser la última que te permito,

Un grito…

Que también decido que es el último,

Una imposición, desde tu infame e inexistente hombría…

… y… mi mirada… te encontraste con mi mirada.

-Tienes cuatro colores, pero no sé cuáles son.

Fueron tus palabras al ver los tonos del agua en mis pupilas.

Esa compasión por tu genética daltónica, tu pelo naranja y tu feo rostro,

compensada por la admiración hacia una enarbolada valentía que es falsa,

que te justificó, que te ayudó, que te sublimó…

Las entierro hoy, aquí y ahora, ¿ves? lo dice mi mirada.

Miedo, pánico… dice la tuya, lo veo en tus atónitos ojos.

Ahora, que ya has visto que el coraje no tiene género,

que el amor de madre es el mayor, es infinito…

Ahora… ves tras el agua el esplendor completo del poderoso fuego,

En mi mirada ves cómo ha reventado mi poder, apoteósico,

Porque no nace del odio, nace del amor.

-Ya no tienes hijo porque no me sale de los huevos, me dijiste,

feas letras para componer un poema,

combustible sobrado para empezar una guerra.

Mi guerra… contra ti, por mi niño, porque no estés nunca más en su después.

Huyo.

No me dejas,

Huyo.

No me dejas

¡Huyo! ¡Huyo! ¡Huyo!... al fin huyo,

porque es mi voluntad y soy más fuerte que tú.

Siempre, ¡siempre! lo he sabido.

Lapidario es que ahora lo sepas tú.

Mayte Álvarez.