CUIDEMOS DE ESOS ÁRBOLES

 

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Por todos esos árboles con la mirada hacia arriba allá en la montaña un árbol se olvida, rugoso, retorcido, pero no vencido vientos huracanados, crudas heladas, grandes nevadas.

No posee la elegancia del esbelto olmo ni las hojas atractivas de los álamos plateados. El sol y la brisa le calmaron con dulces mecidas haciéndole caer las hojas de sus frágiles ramas. Profunda belleza, infinita, se la dieron los años de luchas y dolor, a esos monstruos, elementos de la naturaleza siempre contra él, sus grandes raíces, garras enlazadas, amarradas a la tierra con amor.

El único calmante para su sed, el rocío, en ocasiones la lluvia, afanada barre los parásito a su paso, esos que pegados a su corteza le chupan voraces la savia.

Parece fuerte, "solo parece", ha desafiado al tiempo cual gigante mitológico, sigue plantando cara a la furia del viento.

Miradle, miradle bien, está sin aliento, herido le retó una tormenta terrible, que le caló hasta las mismísimas raíces removiéndolas de la tierra, deprendiendo su corteza.

Sigue aguantando con la mirada hacia arriba allá en la montaña un árbol se olvida rugoso, retorcido, pero no vencido.

Vientos huracanados, crudas heladas, grandes nevadas. ¡Cuidemos esos árboles antes que caigan!

 

© Araceli García Martin - Granada España.

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