RENUNCIACIÓN

10646774_1117520938274953_3490718188455984787_n
Hoy soñé a la luna derramando llanto,
de desolación, mientras, de sus ojos
las perlas caían, no sé si de nácar,
no sé si de sol, yo las recogía. El nácar
me helaba, me quemaba el sol. Revolví
las perlas y de ellas obtuve,
un tibio brebaje, mismo que bebí.,
De pronto, ¡milagro!; pues, yo refulgía.
De nácarlas manos, de luna mi cuerpo
y en mis ojos claros un fulgor de sol.
Quise deslumbrarte, que vieras mi alma
argente de luna radiante de sol.
Tú, no estabas cerca. lejano, a mi vida,
ni intuías tampoco que moría de pena
por darte mi amor. Ya no llores luna,
no des a mis ojos el fulgor del sol,
nácar a mis manos, algún esplendor.
¿A qué serviría? Cierra ya los ojos,
apaga los míos, lloremos un duelo,
de lágrimas grises y renunciación;
pues, mi bien amado tampoco vería,
no sabe de luces, ni lágrimas grises,
no entiende, de… amor.

Yolanda Arias Forteza

Comentarios