NUNCA DIGAS NUNCA II

 

 

Nunca dijo que fuese fácil.
 
Cuando los efluvios de su cuerpo
emanaban   por todas partes
dejando un rastro a su paso.
Tenerla a tu lado
no era  nada aconsejable.
 
En  bata y a la pata coja
dejando un reguero por todo el piso.
Las ulceras le tenían agujereada
la pierna izquierda, y adornada
como una bota morada.
 
Su cabeza, un torbellino vertiginoso,
de pájaros desplumados.
chocando a todos lados.
respiraba hondo y relajado.
Las palabras, las letras,
la habitación, todo le daba vueltas
en un tiovivo,  sin ton ni son.
 
Se dejó caer en el sofá, abrazada a la almohada.
con el pie en alto, para no manchar nada.
Se vio reflejada en el espejo tenebroso,
que le dijo : ¡Te estás haciendo vieja!.
 
Nunca jamás  vio este castillo templario
lleno de telarañas y torreones viejos
el que tus ojos contemplaran
al otro lado del espejo,
con relojes sin horario
 
Por más que tu corazón ansiara su brillo eterno...
¡Oh naturaleza deleite será sonrisa bella
tu mano de hospitalaria amistad!
¡Divina curiosidad,
la de esos ojos, que el desenfreno
les llevara a un castillo
y le bajaran de un  tiovivo!
 
 
© Araceli García Martín

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