EL TIEMPO VUELA QUE CORRE, SE ADELANTA O SE PIERDE, NO SE ESPANTA

 

 

CAM02139_Catedral de Santiago de Compostela-Galicia-2015_©Mía Pemán

 

Y, corre que se las pela, pero no siempre es así, unas veces se detiene unos instantes para hacerte reflexionar sobre su eterno destino... el hoy o el mañana, y nunca en el pasado... Entonces, el número 13, también es mágico... me trae recuerdos de un ayer, todavía quizás, en un hoy...

Desde un tiempo muy lejano ya, tantos años qué aún hoy, me acuerdo el mes, pero, no el día, en el cual pude llegar a ese número 13, qué durante muchos… muchos años, pudo albergar mi estilizada figura por muchos años. Décadas diría yo.

No muchas, solo tres de otras tantas, que le pude albergar, no completas, pero sí eternas.

Travesuras, nunca hice… o quizás sí, ¡ya no las recuerdo!

Sí en el tiempo han ido quedándose, como pizcas que han ido cayéndose de un pedestal, por ser meras pequeñeces, las qué hice y no merecía la pena poner en una buchaca o baúl.

¿Cómo es posible, que el tiempo haya corrido tanto y tantos años se han ido añadiendo? ¡Qué barbaridad, y yo, sin darme ni cuenta de todo ello, por dios!

Aunque, con los años que se han pasado, si no te das cuenta de ello, es qué en realidad, no has estado enteramente en este mundo, viviéndolo, sintiéndolo y sabiendo que la realidad, supera muchas veces a la irrealidad de los días.

Todos y cada uno de mis personajes verdaderos, ha pasado por lo suyo, pero, sería banal, no recordar, qué también, nos ha tocado un punto a cada uno.

La vida, es una seriedad de mucho cuidado, y no nos da el tiempo debido a cada ser que la podemos morar, por qué, en sí… es imposible saber, cuánto tenemos designado a cada uno de nosotros. ¡Solo, lo sabemos, el mismo día que nos vamos! Entonces, nos enteramos de cuánto hemos perdido y no sabido aprovechar…

Los años han ido pasando, galopando, a lomos sin descripción, ni quizás nunca se podrá llegar hasta los antaños de un día concreto.

Mis recuerdos en el tiempo, en esa era del destino incierto, no se pueden fijar en fechas ni meses ni años, no los pude ver, no tenía esencias finas para poderlo hacer, incluso, mi niñez se queda obsoleta, solo vivos recuerdos, no hay imágenes para poderlas ni tan siquiera dibujar. Hay algunas pizcas, que se quisieron cobijar entre mis retinas, pero, son tan escasas, qué no se saben mostrar con la nitidez de un cuadro, tan solo, pueden ser vistas, por el soñar de las cosas habladas o explicadas, que han ido llegando hasta mis infantiles y jóvenes auriculares naturales.

Y, el tiempo, se esfuma a la más mínima, se aísla, cuando menos, se te escapa, y no se congela de frío, por qué le das un abrazo, cada vez que le tiembla el semblante.

CAM01760_Islas Cíes - Vigo - Galicia - 2015

Le tiramos tantas veces de la nariz, qué ni sé, cómo no le duele el amanecer de sus extensos días junto a nosotros… Sabe muy bien, lo que el destino nos deparará un día de estos, pero, no le da la real gana, de advertirnos y darnos un “hola, buenos días, pasabas por aquí, hay que alegría, ni tan siguiera te conocía, y te voy siguiendo todo el rato”. Es un descarado de mucho cuidado, que ni se para a darnos las buenas noches, solo cuando se está yendo de puntillas, es cuando nos damos cuenta, que la vida, se nos va, en esos momentos principales de algunos días, que gansos, podríamos llamarlos.

Podría yo recordar, cuando alguienes me han contado, cómo lo han pasado, en momentos cruciales de su corta vida, trascendentales sus pasatiempos o venidas a un mundo que quisieron dejar, y cuando el momento les llegó, que no era el suyo, quisieron dejarse de lado la vida, mientras el tiempo, el muy osado, les quiso jugar esa mala pasada, de darles la opción más primordial… Escoger de nuevo, y seguir en este mundo endiablado. Por las tantas veces, que les pudo avisar y le siguieron, por qué, no era el lugar idóneo ni el momento absoluto para su marcha.

Las vivencias del tiempo, son tan inmensas y distanciables, qué semejan instantes de un proceder erróneo, al querer irse sin decir un adiós, a quién nunca les quiso o quizás, a esas personas que un día significaron mucho en sus vidas, y luego, por nimiedades, les abandonaron a su suerte, sin más nada, ni pensar tan siquiera, que un día les echarían a faltar o quizás, en toda su cara les dirían todo lo que nunca llegaron a sentir ese tiempo muerto que se encontraron tras las puertas de un destino, que unas bombas a la Enpetrol, les llevaron fuera de la ciudad, para no regresar nunca, pero, volvieron y dijeron las mil y una, en incansables momentos duros de pelar y no se derritió ni el más frío tempano existente. Y, nadie osa decir la verdad, a una esperanza olvidada por el tiempo, le siguieron las incertidumbres del no saber de un existir, que ya no importaba lo más mínimo, ni humano ni racional.

Un cielo inmenso, rojo en todo su enorme contorno, dio mucho que llegar a pensar y meditar, pero, las informaciones y las televisiones, nulas estaban, por la labor, no se fijaron, en qué, los lugareños necesitaban saber lo que en ese momento estaba aconteciendo. A la mañana siguiente, una enorme humareda el cielo tenía en su firmamento, tan negra y desfiguraba se apreciaba, que daba miedo seguir, los rodantes neumáticos, por una autovía, llena de encastres rudimentarios. Todo está desmoronado y no sabes nada a ciencia cierta. Las conjeturas son inciertas y más vale no inventarse lo que no se ha visto. Pero, las horas pasando iban, y los destinos modificados fueron siguiéndose, hasta las distancias magnas, con zarpazos de mal cuidado, se llegaron a vencer los malos modales de instancias que no supieron comprender la osadía que el día llevaba en su interior y propinaron bocinazos de mucho cuidado y las estampidas, eran parte del material desechable.

Veinticinco años largos han pasado ya, que están muy cerca de llegarse a los treinta. Y, las explicaciones, aún las estás esperando, como si fuesen rodajas de una mezcla rara de postre venido de un norte, empecinado en destruir lo que suyo no es.

Sube escaleras de largo alcance, para luego, bajarlas corriendo, sin dejar un rastro, porqué de eso sabe muy bien, al despiste suele jugar, en muchas ocasiones, y le gana la partida a cualquier intruso que quiera ser más ágil que él mismo.

Es una verdadera quimera vivir a su lado y no saber morir en el intento. El tiempo, ese incierto instrumental, que sabe su momento crucial y sigue dando quehacer a los que a su lado moran.

El mundo, ese enjambre rutinario, lleno de lianas de larga longitud, se arriman a las distancias como pueden y no saben luego salir solas, que han de irse a ver desde donde han iniciado la ascensión, desde su único abismo incontrolado, que decimos “el mundo exterior”, el que nos alberga por todo el período que queramos quedarnos en su órbita terrestre.

CAM01678_Obelisco del Tiempo - Paseo Marítimo de A Coruña, de 17km, el más largo de Europa-Galicia-2015_©Mía Pemán

Donde nunca está, debería de estar. Es un galimatías y no sabes, dónde poder encontrarlo a veces, aunque, eso parezca una mentira piadosa.

Cuando nos deja sumidos en la incógnita, no tiene precio. Porqué, luego, es una amargura salir de las dudas.

Por eso mismo, le damos tanto tiempo al tiempo, para que sepa aprovecharse con nuestro beneplácito, qué en sí, lo quisiéramos ver y no lo podemos conseguir, por qué, su efímera estela, tiene humo en su perfil, lo cual, se diría, que es visible, cuando las humaredas levantan sus líneas al llenarse de caminos que algún día se hicieron invisibles y ahora mismo, no sabemos o no queremos darle el alcance debido, pues, si lo hiciésemos en los instantes seguidos de este relato, no podríamos seguir contando los minutos, ni los segundos, ni los días, ni tampoco los años que nos puedan venir siguiendo en este caminar diario de lo imposible a descifrar una nueva, que puede estar por venir en nuestros mejores días de sosiego y paz, o de vacaciones eternas, esas que nos regalaron, sin saber qué la vida es un viaje diario al cada día ver pasar…

Musitando despacio, se deja ver en ocasiones, cuando le pedimos que nos dé otra pequeña oportunidad.

¡¡Por favor… por favor, concédeme unos tiempos más, pero, que no sean tan ajustados, quiero que dure mucho más, hasta que mis días, te digan adiós por última vez, por favor… por favor, hazme este regalito, te lo pido de corazón, no creo que antes te lo haya solicitado, entonces, ¿qué te cuesta concederme algo que pueda parecer un imposible?, siendo una pura y llana realidad, ansiada, desde el momento que te vi partir, con el rumbo fijado en una ciudad concreta, pero con ganas de venir a saber y conocer…!!

Se nos antojan tantas gracias, para conseguir su mediación entre nuestros anhelados días, qué a veces, le debemos aburrir, aunque, si en verdad, lo hiciésemos, ya nos habría mandado a darnos un larguísimo paseo, con vuelta y media.

Vuela el TIEMPO, que da gloria, aunque no tiene alas, ni es un avión, ni tampoco un pájaro, ni un árbol, que con su ramas en movimiento, trata de esparcir esos momentos que a destiempo solemos ver pasar, entre las hojas del acontecer diario, son solapas de nuestros hombros, los que se van deslizando entre tanto movimiento, pero, es muy libre, y se deja abrazar, entre nuestros achuchones, por qué, necesita le demos de vez en cuando un apretón de manos y brazos.

No tiene aspas, solo está delineado por arena, que vemos moverse de un lado al otro, cuando le damos la vuelta a ese pequeño o gran reloj, que lleva las finísimas cuentas que van pasando por un fino y delicado tamiz, el qué se da cuenta de todo lo que va pasando a su alrededor y el que delimita su retorno a lomos del momento de cada ración de su tiempo exacto o meditado o sentido o pensado o a punto de ser un hilo que se acaba en darse cuenta de lo que irá a acontecer, así es el Tiempo, el nuestro, el de cada uno, el que nos mira, con detenimiento y sentido común.

Por todo ello, yo creo más bien, qué es recatado, metódico, espabilado, sensato, resultón, algunas veces despeñado en sus funciones, pues a la media vuelta que se da, nos vamos haciendo el 13 y medio, por quedarnos un ratillo más junto a él.

Al final de todo o al principio, como lo quieras mirar, podríamos decir, que tiene siete departamentos bien definidos, como son:

Cosecha, Estación, Época, Turno, Lapso, Período y Espacio

Si los sabemos conjugar en diferentes momentos, resulta, qué todos caben en su mismo nombre, El Tiempo.

CAM01654_Subiendo la loma hacua la cumbre del Faro y Torre Hércules.Tiene el privilegio de ser el único faro romano y el más antiguo en funcionamiento del mundo_A Coruña-España_©Mía Pemán

Cada uno de estos nombres, son las orillas, en las que existen distintas paradas con apeaderos y andenes, los que nos permiten coger los trenes de ida y vuelta, autobuses, coches, caminos, veredas, senderos. Subir y bajar escaleras, abrir y entornar puertas. Asomarnos a las vueltas de las esquinas para ver lo que podemos encontrar. Mirar por los espejos, si estamos bien o regular. Trabajar las tierras, y así obtener los productos adecuados a cada una de nuestras vivencias. Pasar los turnos que nos han podido tocar. No dar margen a los cambios de lugar, con los despistes, y hacer lo posible tener salpimentados los orígenes de método más estacionario que existe, como lo es El Tiempo.

No mirar hacia atrás y ver en cada esquina un 13, al que llegar, si no es algo de verdadera bondad.

Es un granuja descarado, de mucho cuidado, nos deja sin el mejor remedio que nos ayuda a subsistir en nuestro bagaje por el mundo diario, cuando nos quita lo más preciado que muchos poseemos, la inteligencia de saber razonar, y es un despropósito que nos hace padecer más de la cuenta, sin pensar tan siquiera, que es algo por lo que muchos hemos luchado en nuestras veredas del saber incomprensible, que a muchos, ni les va ni les viene.

 

©Mía Pemán – Palencia – España

Comentarios

  1. Mía, de dónde tanta, tantísima inspiración... Eres un torbellino de ideas en una ilación... magistral. Asombroso, cálido

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  2. Pues, si te digo la verdad, viene de leer, varios días, todo lo que me voy encontrando por ahí, sin un rumbo fijo, porqué, solo busqué casi al final, me faltaban datos, lo veía algo en las nubes, como si no hubiera terminado aún, y antes de consultar con un buen amigo, rebusqué y pude hallar, lo que necesitaba. Y, justo, a los pocos minutos de habérselo enviado, le añadí ese último párrafo, que es con el cual di por terminado el trabajo de El Tiempo.
    Algunas vivencias circunstanciales, pero muy importantes, lleva en su interior, lo qué no he querido profundizar, eso lo dejaré para otra ocasión, que espero hacerlo de otra manera diferente, si viene al caso, claro.
    Dices que soy un torbellino, pues, te he de contar, que he estado fuera, y tan solo he escrito en Galicia, algunas cosas, no mucho más. Aaaaaaaaaaaaaaaaahhhh, y me olvidaba, tú poema-acróstico, fue lo último que escribí... en julio.
    Antes de El Tiempo, ya he escrito algo más, que creo publicaré en unos días...
    Luego, el mismo día 15, sábado, ya lo empecé... y, a partir de ahí, ya he ido hilvanando las líneas con sus letras...
    Muchísimas gracias, me alegra un montón, que te halla gustado... un beso enorme...

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