DEVUÉLVEME ESE SUEÑO

ojo llorando

Para conmigo misma, cargo inmisericorde

el peso de dos penas. Una me corresponde;

más, otra que es ajena también reside en mí.

La mía es por cobardía al sentir una herida

ante tu desamor, por no decir en tiempo

lo que correspondía, y pedirte me amaras,

como te amaba yo.   Que nada pasaría,

y todo estaría bien. La otra pena es, por… ti.

Pena, por no atreverte y no saber qué hacer

por no entender que vida sólo hay una

y se aleja en el miedo aberrante de retener

lo que amas, de amar en las ausencias,

sin requerir presencia    y aún, así… vivir.

Entre esas penas hondas vago sin descansar,

en la tuya me arrullo y el consuelo me arropa

tan sólo de pensar  que sufriendo la mía,

en mí te extrañarás. No sé ya si te amo,

no sé si me amarás y es incógnita inquina

la que me hace llorar. Cuando el mío era volcán,

tibio amor era el tuyo, nunca encendido estuvo,

por tu miedo de amar. La vida continúa en rutinas

supinas, en amor desvalido sin ganas de esperar.

Por  medio siglo estuvo vigente en mi razón

y sólo una noche, un día, contuve tu cuerpo

en comunión, cerca tu corazón.

Hoy extraño aquel sueño que tanto me duró.

No sabía que si un sueño se cumple, es porque,

ya… murió. Hiciste tuyo mi sueño, quimera

postrimera que en tu mente aburrida la rutina

fraguó. Devuélveme ese sueño. No era de, los... dos.

Yolanda Arias Forteza. ©

Septiembre 18, 2015. 12:00 hrs.

Comentarios

Publicar un comentario