A Celia de niña, le gustaba, caminar junto al mar, en aquel acantilado
se sentaba en una roca a jugar con su muñeca.
Un día alguien, le robó lo más preciado, su inocencia y ahora se vuelve a sentar
en esa roca, pero ya no sufre, ni llora ni siente, su cuerpo quedó inerte como la roca.
Ahora hay una mirada vacía, al infinito, es una pobre muñeca de trapo.
© Carmiña Carmela (Gaviota)
Ánimo, fuerza mucha voluntad amiga...
ResponderEliminarMuchas personas hemos sido en algún momento de nuestra vida, muñeca/os rotos.
Tq amiga... :)
Triste historia que se repite más de lo que en realidad quisiéramos.
ResponderEliminarEs cierto se repite sin cesar es una gran pena.
ResponderEliminarMuchas gracias por opinar.
Un fuerte abrazo Olga.
ResponderEliminarBesos