Una cierta amistad


Al dar hoy prácticamente por perdida tu amistad, mujer; nadie me dijo que fuera sencillo el camino en solitario en los días que seguirían; siempre con el recuerdo de los buenos momentos del pasado mostrándose a cada paso y sin la posibilidad inmediata de recuperarlos para seguir disfrutando de ellos.


Y si es así en lo que a mí respecta, quiero entender que también lo será en cuanto a ti; porque nuestra amistad era sincera, compartida y sin limitaciones, a excepción de las propias del buen gusto y la tolerancia lógica; y se adivinaba dilatada en el tiempo…


Mas algo debió pasar en este transcurso, que yo no acierto todavía describir, que truncó de plano los hilos de comunicación que la mantenían a flote, y la relación se fue apagando poco a poco hasta tener que darla por desaparecida en la práctica.


Para estas situaciones, los viejos manuales siempre nos recuerdan que cuando uno atraviesa en algún determinado momento por alguna contrariedad manifiesta o algún inconveniente de una cierta gravedad y, para tratar de superarlo, se lo cuenta a un amigo de verdad esperando un consejo y el apoyo incondicional; casi siempre el otro, tras poner de su parte todo lo que le es posible, al final te responde que, en cualquier caso y sobre todo, el tiempo con su paso inexorable –para lo bueno y para lo malo-, se encargará en último término de borrarlo todo y colocarlo en su justo momento.


Y a bote pronto, uno tiene que reconocer que es cierto, porque la propia experiencia así nos lo recuerda, habida cuenta de que lo habremos podido comprobar en muchos momentos todos y cada uno de nosotros.


Pero yo no quiero que en este caso ocurra así, mujer; que todo se vaya al garete y termine diluyéndose con el transcurrir del tiempo; máxime cuando nos quedan tantas cosas todavía por compartir… Y, por otro lado, no resultan claros los motivos que nos llevaron a este punto que ya parece de no retorno.


Por eso, ¡pidámonos perdón ambos!, si es eso lo que se interpone en nuestra amistad, y volvamos a retomarla paso a paso, y a revivir nuestros dulces momentos del ayer…


Será posible todavía?... Te animas a ello, mujer?...


© J. Javier Terán


Comentarios

  1. Menuda historia, Javier... ¡En muchas ocasiones, suele pasar y las amistades te dicen eso mismo, pero, si han de volverse a encontrar, lo harán algún día!
    Y, a veces, la mera casualidad, marcar las fronteras que pudieron deshacer esa estupenda amistad, cuando sin previo aviso, se pierde todo contacto y no se entiende su porqué ni quizás la tardanza de ese nuevo encuentro.
    Pero, suelen darse esos encuentros, y claro está, ya no es lo mismo que años atrás, porqué, las diferencias marcaron un antes y un después, y sin lugar a dudas, es imposible llegarse hasta los días que se estén, sin haber un latido mutuo.
    Increíbles tus relatos, llegan hasta el profundo sentir, porqué, te hacen revivir momentos pasados, que puedan ser tuyos o de otras gentes cercanas. ¡¡Éste, precisamente, es sencillo y a la vez, encantador!
    Un abrazo,

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Mía, por tus palabras, siempre tan oportunas y tan cercanas a la historia. Tienes razón en lo que escribes.
    Un abrazo,

    ResponderEliminar
  3. Vaya, es qué, todas las esencias que relatas, son la vida misma y es difícil no haberlas vivido en presente o pasado, e incluso de gentes de alrededor, que a veces te llegan sus lamentos... Un abrazo, Javier...

    ResponderEliminar
  4. http://img9.dreamies.de/img/289/b/9594jqr2n3q.gif
    ...Me gusta...
    una amistad verdadera se intenta retener junto a ti porque es muy difícil encontrarla aunque tengamos que pedir perdón todos los días a esa amistad, felicidades amigo, como siempre me cautivas con tus relatos , me identifico bastante con ellos, besotes

    ResponderEliminar
  5. Muchas gracias, Manoli. Muchas gracias por estar ahí, al pie de mis relatos... Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Buenos días:
    Un texto lleno de verdades tal cual es la vida, qué triste
    es perder una amistad, aunque yo siempre digo que si la amistad es verdadera nunca muere, puede haber un distanciamiento, pero al final, el cariño gana. Lo esencial para que una amistad dure siempre es la confianza y el respeto.
    Feliz martes amigo

    ResponderEliminar
  7. Pienso que a veces la falta de comunicación convierte algo hermoso en alejamiento. Quizá y solo quizá una conversación pueda poner alas a un final sin sentido y el vuelo se remonte de nuevo.
    Me encantaría que así fuese, como eterna utópica, cuando algo hermoso se termina, me da una pena horrorosa.
    No es fácil para nadie pedir un segunda oportunidad y la humildad y la honestidad con lo lo haces en este relato, me ha calado hondo.
    Gracias por compartirlo. :)
    Suerte.

    ResponderEliminar
  8. Los vaivenes de la vida, a veces, hacen distanciarnos en algún momento de algunas personas, y tal vez lo hacemos sin darnos cuenta. Espero que el mismo vaivén de la vida te devuelva de nuevo esa gran amistad...

    ResponderEliminar
  9. Gracias, Carmen. Bonitas palabras e, igualmente, reales como la vida misma. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Gracias, Casal, lo has expresado magníficamente. Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario