Hoy como ayer

Hoy, como ayer, y al igual que mañana –espero-, mi pensamiento está puesto solamente en ti día y noche, ¡mujer!.

En ti, que desde el primer momento creíste en mí y me diste primero tu amistad y después, generosa en extremo, abriste tus brazos hacia mí y me diste tu amor desinteresadamente.

Desde entonces, admiro tu bondad, tu cariño y tu entrega a mí en el día a día, que hizo cambiar toda mi vida desde aquel mismo instante.

Con cada nuevo día que amanece, tú renuevas tus energías y tus ganas de vivir; y sales al mundo para reivindicarte y gritar nuestro amor a los cuatro vientos.

Así, estás presente en la casa, en el trabajo, con la gente de fuera y conmigo, sobre todo conmigo; en nuestros grandes encuentros y coincidencias, que son la mayoría, y en los pequeños desencuentros también, que son los menos; en la paz del hogar y en la intimidad de la alcoba, también estás.

Por eso te quiero y te quiero; y cada nuevo amanecer me acuerdo que esa noche también te he soñado y he buscado tu cariño y tu cercano querer estar siempre junto a mí, aun en la distancia del sueño.

Un día de estos, hago un pensamiento más profundo que los de a diario, me lio la manta a la cabeza para no pasar frío en el viaje, hago “novillos” en el quehacer diario y, a través del sueño, parto en tu busca allá donde quiera que te encuentres.

Que es lo único que me queda de hacer para demostrarte lo mucho que te quiero, te deseo y te sueño cada día; sobre todo te sueño...

© J. Javier Terán