Octubre se deja ver



Ahora que amanece un nuevo día, posiblemente a más de uno lo encontrará esta nueva luz con la mente en blanco, como a mí en este despertar, a pesar de la hora larga de insomnio, que me podía haber proporcionado algún pensamiento susceptible de llevar al papel... Pero se conoce que en esta ocasión las “musas” no quisieron estar de mi lado.



De pronto, una mirada a través de la ventana, me hace situarme en la realidad; al ver cómo la calle poco a poco va poblándose de gente que va acudiendo presta a sus diferentes ocupaciones; muchos de ellos con el paso acelerado tratando de recuperar, quizás, esos pocos minutos que el despertador se demoró en sonar, porque ellos así le programaron tratando de ganar ese tiempo de sueño, apenas perceptible, sin embargo, en el conjunto de las horas del nuevo día que tenemos por delante.



Pero en estas primeras horas del día siempre cuesta un poco, o un mucho…, madrugar así de golpe, tomar el aliento necesario para poder encarar la nueva jornada con la fuerza suficiente y poder estar a la altura de las circunstancias. Y más, cuando en el exterior comienzan los primeros fríos de la temporada.



Está avanzado octubre, y ya en la calle se nota de primeras el relente de estas tempranas horas, todavía entre sombras; el frescor de la mañana; las calles mojadas por la lluvia que ha cesado momentos antes, y un montón de hojas caídas al suelo tras el vendaval de la noche.



Es la imagen del otoño en mi ciudad, de un día de labor que poco a poco va desperezándose y despuntando en el horizonte. Y que irá mostrándonos en nuestros parques el color y el contexto otoñal; aunque a estas primeras horas estén todavía en semi penumbra y un tanto tristes, vacíos especialmente de chiquillos que jueguen en sus entornos.



Aunque ya comiencen a ambientar la mañana los pajarillos más madrugadores que pasaron la noche en sus inmediaciones, al cobijo de algunos de los árboles que a esta temprana hora de la mañana, especialmente, parecen haber perdido un mayor número de hojas como consecuencia del acusado aguacero de la noche.



Mientras atravieso uno de estos parques camino de mi inmediato destino mañanero, las primeras luces del día parecen querer asomarse a lo lejos, dejando entrever un cielo gris y plomizo que es todo un anuncio de unas próximas horas con la lluvia como compañera de viaje.



© J. Javier Terán

Comentarios

  1. Extraordinaria prosa a OCTUBRE, el mes que llevamos viviendo, el que sentimos y platicamos, en su otoño, las mañanas se dejan el sueño en la almohada, y los andares ya no son lo mismo de hace un mes, todo cambia y se da uno cuenta, que la estación en la que estamos, se adentra cada vez más, ya no nos deja asomarnos a la ventana, se hace imposible ese gesto...
    El color de los días, va cambiando, nos presenta su nuevo vivir que a diario tendremos en su compañía.
    Y, al final, podría decir, que más bien, es un ensayo de lo que observas cada día que a tu destino te diriges en esas mañanas tempraneras, que se inician de una manera y luego al regreso, ya las ves de otra muy diferente.
    ¡¡Vaya, me han gustado mucho tus letras de hoy, Javier!!
    Un abrazo,

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  2. ...ME GUSTA....
    Felicidades amigo y disfruta de este otoño, besos

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  3. ¡Caray!, Mía, qué prosa tan linda te ha quedado al hilo de este relato del mes de de Octubre, donde el Otoño se deja sentir ya de manera especial. Y al que añades luego algunos detalles de ese recorrido mañanero camino del destino de cada día. Te ha quedado bonito de verdad. Un abrazo.

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  4. Pues, con mi permiso, lo puedes añadir, si quieres... ¡Muy bueno!
    Un abrazo, Javier

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  5. Escribes muy bello Javier eres muy sutil, no muchos hombres suelen ser así de sensibles.
    Feliz inicio de semana.

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  6. Gracias, Carmen, por tus bonitas palabras hacia mis escritos; me halaga sobremanera tu comentario. Y sí, sé que soy bastante observador de la realidad y quizá eso me lleve a contar cosas...
    Un abrazo,

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