A la noche comí tres chocolates cuando
en rigor uno sólo es que debía, me demoré
en subir, lavar mi boca y la pasta de menta
no alcanzó a librarme del pecado del gusto
a chocolate que tenía. Ascendí la escalera,
en mi mano una rosa roja perseguía junto
a mí la traviesa intención de enamorarte
y su fragancia toda me envolvía. Me puse
el camisón, ya es de franela. Besé la rosa,
la posé en la almohada en la seguridad
que la verías. Un beso te dejé sobre
la almohada un beso entre una rosa roja,
Marchita ha de encontrarla el nuevo día,
pensé; más, si él encuentra el beso
dormido entre sus pétalos, otro me dejará
que estremecido me compense el no haberlo
sentido. Y, en esa ocupación me adormecía.
Y fue la noche de caricias plena,
en la que comprendí que en el momento
de quedar dormida, iniciaba contigo la vida
que quería. Ya no temo dormir, quiero estar
viva en cotidiano amor, aunque dormida.
Ser disyuntiva en que elijas estar porque
me amas, en que sepas que por ti mi alma
clama, para que sientas que de ella se derrama,
la inquietud de este amor que fuera un día
desazón y dolor; pues intuía que en un tiempo
de Dios, también te perdería; mas, nunca imaginé
sabrías todo lo que me has dado,
eterna sobriedad de la alegría que te veré
ectoplasma pleno de energía, en un foro
infinito donde la eternidad parece un sólo día.
Esta mañana contemplé la rosa que a mi lado
aún permanecía, roja, radiante, luminosa
bajo un rayo de sol que refulgía, fresca aún,
de mis lágrimas bebía vida inerte
que me correspondía, besé la rosa
y en fulgor de rayo supe que dentro
en sus pétalos dormía el beso tuyo
que estalló en mis labios, e incrédula
en una carcajada por llanto enrarecida,
un beso estremecido me llenó, la… boca.
© Yolanda Arias Forteza
Noviembre 25, 2015, 19:46 hrs.
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Mi amor, enamorada de la vida , del amor eterno, del ser que conociste más no coincidiste , quisiera tener la sensibilidad para compartir eso, pero eso es tuyo sólo tuyo, lo cual te hace única con esa percepción de las cosas sutiles e imperceptibles para el sentimiento no entrenado. Hermosisimo.
ResponderEliminarYo
Chocolate y mar:
ResponderEliminarMe cautiva la idea
mientras en la tarde confundo
chocolate y mar.
Eres la presencia
de la cual no he nunca perdido la distancia.
Anclado a esta mezcla de emociones
por tus bellos ojos
que intercambian largas pausas con mis pasiones.
Quizás no te he dicho nunca lo que tú eres.
Soy un corazón frágil infringido y un poco rebelde.
He buscado el sol, he vivido tantas vidas
sin pararme nunca.
Ahora por ti suelto la melena al viento y te llamo todavía.
Porque el tiempo
el tiempo no traiciona se queda un rio en riada.
Luna y esmeraldas
chocolate y mar
para decirte esta tarde que tú eres el amor.
Un beso y un abrazo de oso, me gusta mucho este beso estremecido, ¡eres grande!
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Precioso poema, Yolanda. Todo ternura y sentimiento a partes iguales, mezcla de sueños y de realidades en un despertar con sabor a beso. Un abrazo,
ResponderEliminarUn beso te dejé sobre
ResponderEliminarla almohada un beso entre una rosa roja...
Precioso poema, entre el chocolate y la rosa, y sus pétalos adormecidos. Extraordinario y tiernos sentimientos.
Un beso grande, Yolanda.
Me parece que el chocolate suaviza, un tanto, el drama isabelino que conlleva la rosa, Gracias Mía.
ResponderEliminarIncrédula ilusión de besos, que hago realidad, mientras sueño en un mundo de hechos cuestionables.
ResponderEliminarQué hermoso poema. Ahora, se me antoja chocolate y mar... Vaya combinación. Seguro que lo hiciste así no más, a capela. Gracias por alentarme. Un abrazo enorme, Greg.
ResponderEliminarOh, Viol, gran sorpresa. Qué bien que lo leíste. Eso de la percepción de las cosas sutiles suena a un sentimiento, muy... entrenado. Te amo.
ResponderEliminarEs bueno a veces tomarlo, y si lleva Menta, no viene nada mal, y la Rosa, es la culminación del encanto de las dos cosas.
ResponderEliminarUn beso grande, Yolanda...