CAMINO EL MÍO

 

 

Después de una noche de serena, entre calles en absoluto silencio, de gatos dormidos como ángeles sin alas, todo parecía igual, rondaba cada esquina sin ver a un alma en pena ni tan siquiera las alcantarillas sonaban a hueco, agujero sin fin. La noche era limpia sin luna ni estrellas, qué hacía paseando sin rumbo por calles desiertas, a quién buscaba, quizás a mi sombra que recordaba estar algún día unida a ella y ahora me había abandonado o quizás a esa alma gemela con quien compartir mi camino.
Camino con tantas siembras como tormentas había en un largo invierno, sin saber si algún día llegaría ese sol tan esperado, camino el mío en solitario porque yo así lo había decidido, o porque nadie quiso acompañarme por tantos rayos y truenos en mi tormenta, nadie aguantó hasta mi sombra se aburrió, se fue un día gris, lleno de lágrimas para las dos, me dijo, ya no puedo seguirte, es tu caminar no el mío. La supliqué que no me abandonara, que no me dejara sola, con ella era más fácil llorar, estaba acompañada y ahora sola, lloro sin más compañía que mis lagrimas, se convierten en cristales que me cortan mi rostro hasta llegar a mis labios que se las traga sin remedio sin saber a dónde irán a parar. Qué noche más serena se me presentó quizás era mi destino, estar sola ante esta sombra que no es la mía, me dice que me una a ella y seré su alma sin sentimientos, ni añoranzas, la tengo miedo no me iré con ella, seguiré mi caminar por callejuelas sin sombra, seguiré buscando a mi amiga, mi consejera que era mi sombra.
M.M.R

© Manoli Martín Ruiz