¡Eres tu mi morada!
Se vieron afectados,
seducidos, amoldazados
por una humilde cruzada
Y al mirarse se repetían:
¡Eres tu mi morada!
Contra la serpiente
de un árbol ya sin vida
combatientes y fulminados
cuerpos que fueron expulsados.
Sabían el gran peligro de perder
la comodidad de un paraíso.
Sintieron que su amor era nuevo
en su ya Nada, que nada existía
y nada tenían de un solitario
y particular Edén.
Cuando hablaron del futuro
ya el tiempo había pasado.
Ahora, tocaba mirarse
decirse verdades.¡Eres tu mi morada!
Has cambiado.
Si he cambiado.
Se dicen los dos mirándose a la cara.
Vale amor...
¡Eres tu mi morada!
©
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