Una tarde

Era una tarde de domingo gris con lluvia. El agua caía sobre los cristales afuera la gente paseando con sus paraguas, dentro una chimenea con fuego vivo, una mujer, un hombre se
Miraban a los ojos, ojos de enamorados entrelazaban sus manos y miraban el fuego como se consumía. De pronto el se levanto fue hacia un viejo tocadiscos y un puso una canción, le invito a bailar, ella accedió la cogió por la cintura ella puso su brazo sobre su hombro y empezaron a bailar. Esa canción que tantas y tantas veces habían bailado y no se cansaban nunca de escucharla .Habían pasado muchos años desde la primera vez que el la invito y desde entonces nunca se separaron, habían pasado por calamidades años peores y otros mejores pero su amor siempre siguió intacto. Él siempre conseguía hacerla reír a pesar de los años mantenía la llama viva de su amor y ella siempre le correspondía con una sonrisa y un beso. Ahora al pasar de los años, solo se tenían el uno al otro pero no se cansaban de enamorarse día a día ayudándose el uno al otro mimándose, la música seguía sonando y ellos seguían bailando, bailando, bailando

© Marga Rullán Cañella

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