De Alicias de Hoy



Y ocurrió que dejó de estremecerse.
Poco a poco iba conservando
cada vez más y mejor el equilibrio.
Desaparecían aquellas pesadillas
en la que los árboles
se convertían en psicoanalistas
y las ramas encorvadas en chamanes.
Se le iban coloreando las mejillas
de un rosa entendimiento, rosa brújula.
Para cuando aparecieron los relojes,
el bosque le quedaba a las espaldas.

I.S.M.

© Isabel Suárez Mtnez- Cruz

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