No dejaré que husmeen más de lo necesario
los ávidos hurones hambrientos, de tus ojos.
No dejaré que roan mi pecho ni carcoman
el umbral de la cueva donde muero y habito.
No dejaré al maldito espejo de tu antojo
que refleje la imagen de ésta, mi última hora.
No lloraré tu sombra, no rezaré bajito.
I.S.M. 21 de junio de 2016
© Isabel Suárez Mtnez- Cruz
Intenso, corto... bello
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