Una zapatilla azul y roja

 

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Una zapatilla roja y azul,
al patio cayó desde la poyata
un año llevaba colocándola,
y yo que me lo creo… ¡vamos!

Saltar por la ventana,
con ínfimo cuidado
mirando aquí y allá,
en el interior y al exterior
demuestra venir de vigilancia,
si cae sólo una zapatilla
qué cosa más extraña…
cuando la otra se quedó a la poyata,
quieta y sin rozarse tan siquiera
el viento, el culpable
cuando no lo ha hecho, incomprensible
mientras en la noche anterior,
ni sabía ni comprendía cómo habíase caído
si ni tan siquiera una rama se movía.

Si con la persiana se rozó el mechón de pelo,
cómo es que ni se quejó
tan sólo, para volver a saltar al interior
miró bien dónde los pies colocaba.

Un mendrugo bien avispado,
más bien… las intenciones
jugaron su papel,
fue a olisquear por mandato familiar.

Qué pena, que siempre lleven segundas intenciones
cada dos o tres años, inspección… adivina, adivinanza
saber quieren si hubo cambios esenciales
o más bien, si la mudanza ya comenzó
su paseo de cajas y redes principales.

Interesados parecen estar
en hacerse
con algo que no les compete,
a la caza de algo que aún no se puso a la vista
pero, salamandras vigías ya saltan de gozo
y por más que vuelvan a insistir,
palmetazos de la no información, se llevarán.

Estas cosas, sólo ocurren por aquí
cuando al principio se llegó,
a los pocos meses ya saltaron las alarmas
cualquier tonta excusa tenía su valor al alza,
sin aviso previo se caía una pieza de baño
y no en el lado que sí valdría,
claro, las intenciones cobraron su valor.

Un buen día, por la noche entrada
alguien bajó a recoger su prenda caída,
con las luces solo del interior
quiso ver qué había de nuevo,
pues algo llegado sabía… estaba
si, a la puerta le dejabas,
entraba tras de ti
sin ningún reparo y sin que te dieses cuenta
se había aposentado sin permiso concedido,
en una de las sillas del salón
y con los zapatos sucios,
la alfombra manchó sin condición
¡ni un perdón, ni un lo siento…
y, ni un puedo sentarme, estoy cansado
por favor, necesito estar sentado!

Si se te ocurre ir a preguntar a su casa,
con la puerta en las naipes te dan sin ningún reparo
a eso, se le llama educación
pero, no lo es… más bien, desEducación
por ni tan siquiera decir…
espere por favor, ahora mismo regreso
¡No claro, es mucho mejor, estamparte la puerta
aquí, se da mucho
tanto lo hacen los conocidos cómo los foráneos!

Entonces, que has de extrañarte
por alto tan insignificante,
cuando hay otras cosas más importantes
que ni le dan cuenta ni tan sólo, saben pedir
se lo saltan todo a la torera
para luego, saberse quejar por menudencias.

Encontrarte así muchas cosas, que en todos lados abundan
todo es anormal, cuando se sale de lo común.

Palencia, domingo 26 junio 2016.
Poema n29/2016
©Mía Pemán

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