Magia en tu mirada

Hoy he visto algo en ti que me ha maravillado. Por primera vez, he percibido altas dosis de magia en tu mirada, que me han traspasado por momentos cuando, entrelazadas nuestras manos en señal de amor, paseábamos con marcada calma y repletos de felicidad por el instante tan especial que nos unía, por las principales calles de tu ciudad. Y he sabido y confirmado que, indefectiblemente, tú y yo estamos hechos el uno para el otro y viceversa…

He visto cómo se te encendían los ojos de alegría cada vez que me mirabas y me mostrabas, paso a paso, los monumentos y las calles más importantes de esa linda y maravillosa ciudad donde resides; que así, en tu compañía, y ejerciendo tú de auténtica “cicerone” para mí, me ha hecho enamorarme también un poquito de ella, al igual que intuía lo estaba de ti, y que ahora este íntimo paseo me lo ha corroborado del todo y ya de una manera clara.

Tantas veces lo soñé y volvía a soñar: el realizar contigo este entrañable paseo por tu ciudad cogidos de la mano como dos enamorados que, a medida que íbamos caminando por las calles, me iba resultando todo un tanto familiar a mi alrededor, a pesar de no haberlas pisado nunca más allá que con la imaginación. Y es que creo que la intensidad de tu mirada, en la que vi magia y alegría contenidas, fue capaz de transmitirme todo el amor que sentías hacia mí al tenerme a tu lado por primera vez.

Y yo, enamorado también, supe hacer mías e interpretar en la dirección correcta, haciendo que nuestros corazones explotasen de pasión al final del paseo en la intimidad de tu regazo.

Días después, tomados también de la mano y con la magia que el amor había obrado en nuestras miradas mostrándose a flor de piel, era yo quien, emocionado, te descubría mi ciudad, y tú quien me mirabas fascinada e ilusionada, presa de amor.

Los momentos posteriores, llenos de magia y de cariño compartido, marcarían el inicio de nuestra ulterior vida en común.

© J. Javier Terán