Le pedía un poema, sólo uno,
que hablase de vientos
impregnados de aromas
que oliesen a su cuerpo.
Le pedía un poema.
Quiso sentirse dueño
de un verso de su boca
y acariciarle el vientre
con los ojos del sueño.
No sabía que era tarde
para andarse las nubes
y cambiarle a la lluvia
su destino de agua,
ni tampoco que hacía
mucho tiempo que al Alba,
temblorosa la gota
más azul era suya.
I.S.M. 11 de julio de 2016
© Isabel Suárez Mtnez- Cruz
Muy bello.
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