Abrí las Ventanas, y qué me Encontré

 

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Desde hace una buena temporada,
abriendo las ventanas de par en par
me suelo encontrar, que los “desfases”,
están a la orden del día y sin avisar.

Es bien difícil, saber lo que las personas
no llegan a entender,
para un simple botón de aprendizaje
es muy fácil, averiguar el descosido inicial
que la avaricia qué en sus corazones portan.

Hace tiempo, qué saltan las cascarillas al sol
más, no saben, qué el sol está despierto todos los días
para más inri, quien anda desfasada al completo
no son las avispadas, si no, las enrolladas
qué en papel de celofán
envuelven los restos de sus días.

Cuándo has de hacer un regalo natal,
imprescindible es, ser original
aunque no siempre aciertes el agasajo ideal,
has de saber al menos
qué los bebés, necesitan de todo
aun siendo un pequeña cortesía coloquial,
y si ya tienen de todo, suerte la de sus alrededores
más una pena ha de ser, no tener alegrías inmensas
enseñando tan solo, billetes de colores
al crecer se les enseña, la falta de cariño esencial.

Este mundo está hecho día a día,
siempre y cuando seas imaginativo
sabiendo adivinar los gustos de los demás,
has de mirar con ojos de sorpresa
para poder acertar un presente especial.

Las maravillas del saber quitan importancia,
a las cosas más diminutas
pero… no es necesario herir hasta el hondón,
para conseguir saber una verdad que no se conoce.

Vivir a lo tonto, es nefasto para la condición humana
no hay que mal utilizar al ser ocasional, cercano
como si fuese un bicho maligno.

Se debería de ser más noble,
sin sacar las uñas de continuo
para todo y para nada, al mismo tiempo.

Abrí las Ventanas, y qué me Encontré…
sensaciones inexpertas al acecho
como buitres oliendo carroña,
así es la vida de la desesperación y la envidia
engullirte quieren, y no saben distinguir
dónde ponen el ojo para ver mejor
ni los pies para pisar de acorde a su estatus social.

Qué me encontré, al Abrir las Ventanas…
vacías mentes insensatas
llenas de orificios rotos por el hollín demoledor,
buscaron látigos para amedrentar
y tan solo consiguieron, mudez a manos llenas.

Las persianas no se bajan en todo el año,
qué fatalidad más irreal
contienen sus destellos acumulados,
no dejándose empapar de la brisa exacta
bailan al compás de las ventanas abiertas,
cristales altos llevan las más altas
mientras qué anchos y rezumbones,
quédense admirando las bajas y estrechas
nada más sentir chirriar un solo ápice
al cristal le llegaron lágrimas insensibles,
no quieren salir de su cascarilla tibia
se diría, que miedo tienen por qué, saben
no poder salirse airosos
ni tan siquiera con su propio permiso,
quintales llevan en sí mismas
cuándo la verdad se espabila demasiado deprisa.

Puertas que se entornan en las noches,
para no darse de naipes al amanecer
sin despertarse siquiera, ya tienen
sonándoles los porrazos inservibles,
las horas se visten de trazos agrestes
vaivenes les ensordecen los mírales.

Cansados los sentimientos de recibir estacazos
repáranse, entrelazando sueños imposibles
descifrando a medias, trozos descalabrados.

Gotas amarillas y cristalinas, sirven su caudal
alegre, para agrandarse más de la cuenta
pero hete aquí, qué el desfase juega su papel principal
al no saber que la ciencia, en ese tema
aún no supo crecer más de la cuenta, y sálense
con los ojos empañados de grandes manchas,
al paso corto y a la mirada atenta,
sin ver las verdades correctas
indicaciones ha de seguir para tal uso,
sin comprender tres explicaciones bien dadas
causalidades, se desvanecen al no cotejar veracidades
sintasoles, ni en los paños del suelo
la incomprensión corre su propia aventura,
para ni siquiera saber indagar
una simple y llana consecuencia, fácil de intuir.

Consecuencias irrazonables, salen de paseo
hilvanando retablos insensatos,
alegando no entender las proximidades del momento
y meditando por el camino,
que las fechorías son inexactas
tratándose de adivinar lo que el día pueda guardar
en la manga menor, rozando puntillas descabelladas
sacanse contextos de pasillos indefinidos
rociando los entresijos de muescas retocadas,
faltas de simplicidad al acaecerse
como si fuesen simples roturas inseguras.

No son descalabros amables, simplemente se avecinan
insensatas opiniones, qué trascendencia suelen traer
entrelineadas y descosidos hilvanes,
salen corriendo con la vista ensortijada
alzando los pespuntes, que al hilo se van sacando
como si fuesen bodoques al festón deshilados.

Aparente el día estaba, ni brisa había
su rezumbón elástico trajo destellos, que agrietaron
los pulsos del sentir apurado,
tanto era su galopante azote
qué se deshizo en pedazos, maltrechos
y las horas no pasaban ni de asomo,
tras los dos días insistentes
cayeronse las pestañas al suelo
deslizándose, cuál serpentinas estiradas
cuando al lado la indiferencia se mostraba
impaciente, reclamando una realidad estricta
encontrando nubarrones a media luz,
compartidos por la luna en noches de blanco raso
amaneciendo visillos transparentes, oscureciendo el día.

Palencia, a sábado 17 septiembre 2016.
Poema n32/2M16

© Mía Pemán

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