OTOÑO

Paseando, noto que algo me ha caído desde el cielo teñido de gris, se van notando los días más cortos, más frescos, miro hacia ese cielo que presagia una tormenta de mil colores lanzados a su antojo, cada cual que elija el suyo. Otoño que vas aconsejándonos de recogernos pronto pues estarás dispuesto a helarnos el rostro para disculpar a tu amigo el invierno que nos helará hasta los pasos dados en este día gris. Árboles casi desnudos, van escapándose sus queridas hojas como si fueran sus hijas a las que va despidiendo para que sigan su vida sin él. Pensaré que quizás en uno de estos otoños me tocará a mi despedirme de mis propias hijas que se aventuren a seguir su camino para empezar ellas mismas a criar a sus hojas, esperando que sean perennes, serán felices. Otoño que me haces pensar que mi pelo ya esta blanco de ver pasar a tus amigos y a ti, os vais siguiendo sin desfallecer, año tras año voy paseando por este camino que elegí sin pedir permiso a nadie, me aventuré a seguir cada año tu perfume a tierra húmeda, asombrarme con tus colores ocres, rojizos que me recuerdan al fuego que sentí, cuando en un otoño conocí a mi amor, a ese hombre que me mandaste para sentir aromas de otoño, fuegos de pasión con tonos rojos, gotas de lluvia nos mojaban y no me importaba , pues tú amigo mío, mi otoño me regalaste a mi amor, a mi vida la diste otro tono, no tan sólo gris. Otoño que haces renacer en mis venas la fluidez de mis letras para hacer soñar a los demás con mis romances, eres quien a los poetas nos das esa magia, para hacernos mágicos y entrar en miles de casas, imagino a esa mujer con bata de guatiní, sus piernas tapadas con una manta de cuadros, el fuego encendido en la chimenea y estar yo dentro de su corazón, pues estará leyendo uno de mis poemas. ¡Ay, otoño!, gracias por volver a hacerme vivir.

©Manoli Martin Ruiz