Dulce y Tierna Parejita

Dulce parejita de tortolitos acarameladitos en medio de la noche, esperando el momento de la mayor oscuridad para perderse entre los ramajes de su árbol elegido y dar rienda suelta a su fogoso y urgente amor; que la estación es propicia, la circunstancia favorable y el tiempo apremia.

Como tú y yo, cuando en el pasado buscábamos también la complicidad de la noche para dar rienda suelta a nuestro recién surgido amor.  Y en el camino de regreso a casa, cualquier callejón mal iluminado nos servía de excusa perfecta para proporcionarnos algunas caricias de urgencia y unos cuantos besos más bien rápidos, pero bien apretados.

Y así matábamos el gusanillo hasta el siguiente callejón que, con el tiempo, sabíamos buscar y hacer que nuestro camino de regreso pasase por él indefectiblemente.

¡Éramos tan jóvenes en aquel entonces!..., que nos daba apuro todavía mostrar nuestros sentimientos de amor en plena calle a la luz del día; de ahí que algunos de estos callejones escasos de luz, nos proporcionasen el entorno adecuado para esas pequeñas demostraciones de amor que la urgencia del momento nos demandaba.

La noche, con toda su carga de magia y de ocultación momentánea de la realidad, fue siempre nuestra aliada y nuestra cómplice más buscada en aquellos años; porque sabíamos que bajo su manto protector, estábamos a cobijo de miradas indiscretas que perturbasen nuestra intimidad.   Y porque también, nuestra bisoñez en esos terrenos amatorios, nos hacía actuar en esas artes con bastante timidez.  Y la escasez de luz hacía que nos desinhibiésemos con una cierta libertad el uno para con el otro, dentro de unos cánones establecidos de común acuerdo.

En el hoy, buscamos también la oscuridad de la noche; pero sólo para que, desde nuestra intimidad, que es ya solo una y única para los dos, brillen con mucha mayor fuerza nuestros besos y nuestros cuerpos receptores de nuestras respectivas armas de seducción, en esos dulces y tiernos momentos del amor compartido.

© J. Javier Terán