El viejo Papá Noel y su joven ayudante

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El viejo Papá Noel y su joven ayudante




-Sí, ya sé que quedan muy pocos días para que llegue de nuevo este año la Navidad, y que es preciso que pongamos a punto el trineo y los arreos de nuestros queridos renos que, como ves, están inquietos en el patio esperando el momento de partir. Ya lo sé, mi joven ayudante Marcel, ya lo sé. Pero ¿es que alguna vez Papá Noel ha llegado tarde a su cita con los niños y, modernamente, también con los mayores?. Te sorprenderías si comenzase a dibujarte sobre un papel todo el plan que ya tengo diseñado en mi cabeza y las rutas imaginarias que deberemos seguir para llevar todos estos regalos hasta los diferentes lugares de nuestro territorio. Recuerda que estoy preparando el plan durante todo el año.
-Mira Marcel, el trineo se nos ha quedado ya algo pequeño. Estoy esperando que en breve pueda disponer de otro mucho más grande, y entonces podrás venir conmigo en los diversos viajes que emprendamos. Te gustará la experiencia. Pero has de estar escondido y no mostrarte, nadie debe verte. Y no sé si te has dado cuenta, pero en el patio hay este año tres renos más que el pasado. Son necesarios para poder tirar del nuevo trineo. El anterior me obligaba a hacer demasiados viajes de ida y vuelta y corría el peligro de que al amanecer del día señalado algún niño no pudiera tener su regalo al despertarse. ¿Te imaginas, Marcel la pena tan grande de ese pequeño?. Con este nuevo trineo llegaremos a tiempo a todos los lugares y nos sobrarán algunas horas para dar alguna alegría a algún que otro mayor también…
-¡Ah!, mira a través de la ventana, ya nos traen el nuevo trineo. Y cómo brilla sobre la nieve con los primeros rayos de sol de la mañana. Pero tengamos especial cuidado en que los visitantes no vean los montones de regalos que guardamos, se perdería la magia… Está nevando ahora en el exterior, Marcel, ¡qué delicia de nieve!. Seguro que en los pueblos y ciudades de ahí fuera todos los niños estarán ahora jugando con la nieve en los parques, esperando que llegue ese día de Navidad tan esperado. Y al retirarse a casa sus padres les preguntarán si ya han escrito la Carta a Papá Noel pidiendo sus regalos, interrogándoles sobre su comportamiento a lo largo del año. Mas, como todos habrán sido muy buenos, todos sin excepción, recibirán sus regalos...
-Sabes Marcel que mañana es ya la gran noche?. Sí?, pues vayamos ultimando los preparativos; aunque parece que este año algunos niños se han retrasado un tanto con su carta, porque todavía nos están llegando algunas… Ayúdame a colocar los arreos a los renos, que así se irán calmando, porque estaban inquietos pensando en que van a iniciar el viaje que tanto quieren. Y pongamos los regalos en el trineo hasta que éste se complete. Y ¡partamos!, mi querido Marcel. ¡Oh, oh, oh!; vamos allá…; ¡oh, oh, oh!...
Entretanto, en la otra parte del mundo, la tarde va tocando a su fin y tras ella, la noche avanzará inexorable hasta su total oscuridad. Aunque esta de hoy pareciera como si no quisiese oscurecerse en exceso. Y sobre el extenso firmamento están apareciendo por momentos multitud de estrellas que van adquiriendo un brillo extraordinario y ganando en luminosidad y belleza, a las que se une como compañera una altiva luna mostrando toda su grandeza y esplendor. Habiéndose encendido ya las luces artificiales en todas las ciudades y las interiores de las casas donde, los niños, más inquietos que de costumbre, quieren irse hoy pronto a dormir, con la esperanza puesta en el amanecer y sus primeras luces.
Mientras tanto, Papá Noel y su joven ayudante, han comenzado ya el gran viaje que les va a llevar, a lo largo de toda la noche, a los distintos lugares del territorio. Y al galope han llegado a la primera ciudad, donde todos los niños se encuentran ya durmiendo con la esperanza cierta de ver en su casa al despertar los regalos pedidos en su carta.
-Mira Marcel este niño, qué cara de angelito tiene mientras duerme. Déjale sus regalos con mucho cuidado para que no se despierte y tápale un poquito con su manta, porque la noche es aún muy larga y se puede enfriar. Y qué extraño, este niño no se ha acordado de abrir un poco la ventana para que yo pueda entrar; pero no importa, usaré mi ganzúa especial y entraremos igualmente en su casa. Pero mira, Marcel, este niño ha dejado sobre la mesita de noche una pequeña copa de licor para que Papá Noel beba y recobre fuerzas. Tomaré un poquito de ella para que el niño vea que hemos estado por aquí; y no te olvides de dejarle nuestro regalo especial.
-¡Qué bonito está el cielo esta noche!, tienes razón mi joven ayudante; esta noche que guarda tanta magia en el discurrir de sus horas. Mas debemos darnos prisa con nuestra misión; no hagamos que cambie el rumbo de la historia y las tradiciones infantiles.
-Pero qué raro es esto, Marcel, un niño que no ha pedido ningún regalo, o será que su carta no nos ha llegado a tiempo?, dejémosle algún regalo de los que traemos de más. Y no desfallezcas ya, que estamos aún en el ecuador de la noche y quedan todavía muchos niños sin sus regalos. Regresemos rápido a casa y carguemos de nuevo el trineo para el siguiente viaje. Mas, ¿qué es ese artefacto que viene a toda velocidad hacia nosotros?, será preciso esquivarlo con precisión… Pero si es un trineo tirado también por renos, y el que va a bordo está vestido prácticamente como yo. ¿Es que tengo un doble circulando por ahí sin yo saberlo?. ¡A claro!, pero si es Santa Claus, el Papá Noel al que los niños de otros países lejanos le piden sus juguetes y regalos; ¡cómo no pude adivinarlo antes!. Y, por cierto, creo haber oído que existen otros países donde los niños piden sus juguetes a unos Reyes que, además de ser tres, son Magos y recorren los pueblos y ciudades repartiendo los regalos a bordo de camellos; aunque tengo entendido que estos hacen su trabajo algunos días más tarde. Sería interesante reunirnos un año todos nosotros para cambiar impresiones y contarnos las anécdotas que a cada uno nos hayan sucedido durante los muchos años que llevamos haciendo felices a los niños. Y de paso, tratar de establecer un día único y común para todos los países del mundo en el que todos los niños recibieran sus regalos y juguetes. Mañana mismo comenzaré a diseñar el plan, Marcel.
Había avanzado mucho la noche en las últimas horas, y en el horizonte lejano se atisbaba ya el inicio de un nuevo y mágico amanecer.
-Es preciso ultimar la entrega de los últimos juguetes con la mayor rapidez y regresar presto a nuestra casa de la montaña. Aunque sé que te gustaría mucho contemplar la alegría de los pequeños al abrir sus regalos; pero eso tú sabes que no es posible, se perdería de pronto la magia de Papá Noel. Y eso no sería bueno para nadie, ¿verdad mi joven ayudante?. Porque esa magia y esa misma incógnita sobre la existencia o no de Papá Noel, ha movido durante muchos años ese mundo tan especial que forman los niños junto a sus creencias y fantasías. Y es indispensable que siga estando presente en el pensamiento de los niños de todas las generaciones venideras, mi querido Marcel, es casi obligatorio que así ocurra…

© J. Javier Terán

Comentarios

  1. Estupendo relato de lo que sucede tras bambalinas, en la tarea de Papá Noel... tradición y creatividad. Un abrazo grande, José Javiier

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  2. Gracias, Yolanda. Así es, lo has expresado de manera magistral. Los preparativos de la gran Noche.... Un abrazo.

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