A VIDA


Cuando ya la tarde
comenzaba a perderse
entre las brumas
del lejano horizonte, me senté
concienzudamente
en mi rincón favorito,
y me busque sin verme
en cada gruta
de mi subconsciente,
en cada encriptada sima,
en cada borrosa nota
por mis manos escrita,
en cada palabra dicha
por voluntad propia, y hasta
en el marrón gris
de mis pupilas.


Me busque
en la esencia misma
de mi propia persona,
para ver si encontraba algo
que valiese la pena
para aferrarme a vida, y no,
no encontré nada
de lo que sentirme orgullosa, además
mi hermosa familia.


Volteé cada página
de una vida, vivida a penas,
y sólo encontré
para mi total vergüenza,
mentiras y más mentiras,
verdades contadas a medias,
esculpidas a consciencia
con metáforas bonitas,
para mantener vivas
las apariencias; mientras
yo estaba muerta.


También encontré
lágrimas y penas
secas sobre mis mejillas
que me minaron el alma
con sus malditas miserias;
por eso hoy, me declaro
territorio en guerra,
y esto será a vida,
a pulmón abierto,
a corazón pleno
como me diría Gloria,
en la dedicatoria
de su libro de versos,
o al más puro estilo
del último poeta de alcantarilla
que en pocos versos
dijo verdades como templos,
con su pluma en ristre, y su labia
cargada como un manchester.


© Hergue A.

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