Las luces encendidas
eran apagadas
mis ojos tras los cristales
lucían en la mañana
¿Donde estaba la palabra
que mitigaba mi dolor?
Era fuego lo que brotaba
dichosa represión
de mi pasado vivido
me hacia retroceder a ese amor
aquel beso que nos unió sentido
aun perduraba la sed de amor y gozo.
¡Solo lo había cuidado!..
Creí que era mi deber
siendo enfermera
y la fuerza de la pasión primera
la que llegó con ímpetu de la guadaña
para segar nuestro dorado trigo.
Corrí y su puerta, estaba abierta
entré y nuestras miradas cruzadas
y sin darme a conocer por la que no era
libré la máscara que suplantaba mi corazón.
le abrace diciéndole: ¡Mientras tú vivas...
trocaras el llanto, en canto y en risas!
© Matilde Folgoso
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