Vida retirada

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Ya lo dijo en su día nuestro Fray Luis de León en su “Oda a la Vida Retirada”: “Qué descansada vida la del que huye del mundanal ruido”.

Pues bien, siguiendo el sentir de estos versos, habría que decir que nosotros –aquel grupo de internos en un Colegio de tantos como había-, en aquellos años sesenta de feliz recuerdo y observados con los ojos de hoy en día, también estábamos alejados del mundanal ruido y ejercíamos vida retirada y hasta contemplativa, claro que sí.

Porque nuestro mundo en el día a día de aquel entonces no iba más allá del recinto del Colegio y de la convivencia entre los que le habitábamos, desde el amanecer hasta el anochecer.

Y allí, alejados por las tapias del mismo, del mundo que a nuestro alrededor fluía libre, ejercíamos nuestra libertad de movimiento en el grado que nos permitían, sin contaminación posible del exterior, y sin ruido externo más que el que nos proporcionaba la propia naturaleza en la que nos hallábamos enclavados.

Nuestra vista, eso sí, podía salirse del recinto y extasiarse contemplando en la distancia el extraordinario paisaje que envolvía nuestro entorno, con series interminables de montañas y valles como referencia, incluso allí tan cerca de nosotros, que casi hasta los podíamos tocar con los dedos a poco que extendiésemos la mano desde el patio del Colegio.

Por lo que, en nuestro caso, se cumplían con bastante rigor estos primeros versos de esta Oda. Al igual que lo hacían en la parte en la que el poeta se traslada al medio del campo y eleva su espíritu hablando de: “Oh monte, oh fuente, oh río”… Porque también nosotros, en nuestro fuero interno, nos mostrábamos felices y alabábamos cada vez que en nuestros paseos y excursiones al campo en aquellos alrededores nos topábamos con algunos de estos elementos de la naturaleza.


Y es que, por aquel entonces, ya se estilaba una canción muy popular que decía, entre otras cosas, aquello de: “qué buenos son los padres alemanes, qué buenos son, que nos sacan de excursión, qué buenos son”... Y nosotros, tan contentos en medio de la naturaleza, gozando de su entorno y seguro que buscando también un mayor grado de libertad al aire libre.

Y así, recorriendo sendas, caminos y veredas, bien pudiéramos decir que se cumpliría en aquel entonces algún otro verso más de nuestra Oda. Justo cuando esta dice aquello de: “…y sigue la escondida senda por donde han ido, los pocos sabios que en el mundo han sido”...

Seríamos, pues, nosotros en aquel entonces, unos grandes privilegiados, una especie de sabios para nuestra época?. Y es que por sendas escondidas también andábamos en ocasiones varias…


© J. Javier Terán.

Comentarios

  1. Jorge Javier que recuerdos tan bonitos y con que sentimiento de niño que vivió algo tan grande como eran en aquella época los internados si es cierto que te separaban del entorno familiar pero tenias vivencias de otro tipo que seguro en casa no hubieras tenido nunca , algo se yo también de eso , cuando se toca los temas del norte de la provincia yo me emociono y te lo digo de verdad aunque nacido en Palencia bien cerca de la calle mayor mi corazón y mi familia desciende de ese paraíso natural que es el note de nuestra provincia....Alguna vez escribí a mi manera lo que se siente cuando se escucha el silencio y explicaba también cuando uno se tira en un prado y escucha ruidos producidos por la yerba del mismo en los cambios de la escarcha de la noche al calor del mediodía, bueno que me conoces me enrollo, Solo decirte enhorabuena as escrito algo verdaderamente genial Un abrazo amigo.

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  2. Me ha encantado tu comentario, Chema. Has sabido plasmar en sentidas palabras un retazo de la vida de un internado en aquellos años. Claro el enclave del mismo en nuestra montaña palentina, era inigualable. Y tienes razón en lo que dices, fueron vivencias y experiencias que, de otro modo, no se hubiesen llevado a cabo; así que me alegro de haberlas vivido. Abrazos.

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  3. Muchas gracias, Carmiña. Me alegro te haya gustado. Abrazos.

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  4. Recuerdos de juventud, que nunca olvidarás y hoy nos compartes amigo. Con excelente narración nos muestras detalles que muy bien nos acercan imágenes que nos dejan visualizar un poco de aquel tiempo.
    Gracias Javier. Disculpa la tardanza, pero no me gusta leer superficialmente. Cada obra en particular merece la atención debida. Y tú tienes algo muy particular en cada una de ellas. Que eres transparente y muy sincero. Esto le da vida a los relatos y les inyecta motivación que a la hora de leer has de hacerlo también con el corazón.
    Te Felicito mi amigo.
    Te dejo un abrazo. Y Gracias por estas historias que nos compartes. Que nos muestran la persona que eres tú.
    De esa forma en lo personal te aprecio. Eres un excelente amigo.
    Gracias por todo. Feliz comienzo de semana.

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