Luka mi nueva mejor amiga.

Irene era una niña solitaria, tenía siete añitos y toda una vida por delante, sus papas trabajaban los dos fuera de casa y ella se quedaba al cuidado de la niñera. Cuando la niña llegaba a casa del cole y merendaba se iba a su cuarto, se encerraba a hacer los deberes y a leer.

Un día sus papas viendo como la apatía iba consumiendo a su hija decidieron comprarla un perro, pero Lola, la niñera, al escucharles le dijo.

—Señores, si me permiten, se que es meterme donde no me llaman —les dijo tímidamente.

—No, tranquila Lola, dinos, si después de todo tú conoces mejor a nuestra hija que nosotros casi, estas más tiempo con ella al fin y al cabo. —dijo Sofía la mama de Irene.

—Es que verán, les estoy escuchando hablar, y creo que a lo mejor es preferible que adopten uno de la protectora de animales, que comprarle uno.

—Pero mujer, esos animales la mayoría ha sido abandonados por diversos motivos, algunos son muy agresivos o están enfermos, no me fío yo de que mi hija este con un perro que pueda atacarla. —dijo el padre.

—Creo que se confunde usted señor, hay animales muy buenos y nobles, faltos de cariño y lo que necesitan es que alguien les cuide y les quiera. Como usted dice recogen animales peligrosos, pero esos animales por desgracia son sacrificados después de un tiempo, no son entregados en adopción.

—No estoy dispuesto a que mi hija se pase la mayor parte del día con un perro que….

—Calma Luis, quizás Lola tenga razón, podemos acercarnos a la protectora con Irene y vemos que perros hay y que ella decida lo que quiere. —dijo la mama de Irene.

—No se, no me fío yo mucho de eso, pero si vosotras lo decís, por probar no vamos a perder nada.

Así fue como Irene y sus papas se fueron a la protectora de animales que les recomendó Lola.

La niña estaba muy contenta, no solo porque la iban a regalar un perrito, sino porque ella iba a poder escoger el que más le gustara.

Llegaron a la protectora y vieron un edificio grande y con muchos ventanales, entraron y una señora les atendió muy amablemente.

—Hola, mi nombre es Carla ¿En qué puedo ayudarles?

—Quiero un perrito —dijo Irene muy rápido.

—Tranquila hija —le dijo su padre.

—No se preocupe, déjela, veo que ya sabes lo que quieres ¿Y que clase de perrito quieres?

—No lo sé, podemos verlos. —dijo la niña muy seria.

—Claro, ahora mismo vamos a ir a verlos a todos, y haber cual te elige.

—¿Me va ha elegir él a mi? —pregunto la niña muy extrañada.

—Claro, ellos eligen a sus dueños, aunque nosotros creamos que los elegimos a ellos.

Mientras hablaban pasaron a un patio trasero que estaba lleno de perreras con muchos, muchos perros encerrados.

—¿Por qué están todos encerrados? —le dijo Irene.

—Para que no se peleen, a veces discuten cuando viene alguien a verlos y se pelean, no queremos que se hagan daño.

—Entonces ¿Sé portan mal y por eso los encierran? Como a las personas que van a la cárcel?

—No cariño, los animales no se portan mal, pero están faltos de cariño y se pelean porque quieren que les den ese cariño que no tienen —le dijo la empleada.

Los perros no dejaban de ladrar y dar vueltas en las jaulas llamando la atención de los visitantes.

Irene vio al final del pasillo una jaula en la que no parecía que hubiera nadie, se acerco despacio, sin hacer casos a los otros perros que se encaramaban a las verjas.

Cuando llegó vio a un perrito marrón con ojos negros con el pelo enmarañado que la miraba desde el fondo de la jaula con ojos legañosos y mirada triste.

—Este. Este es el que quiero.

—¡Ese! Con todos los perritos tan bonitos que hay aquí, ¡Quieres ese! —le dijo su papa.

—Sí papa, quiero este, míralo, que carita tiene, me esta diciendo llévame a casa contigo, no lo oyes.

—Si, oigo que esta llorando, pero como muchos otros que hay aquí —le dijo su papa.

—Pero papa, el quiere venirse nosotros y yo quiero que se venga.

—Anda déjala, si ese el que quiere ella, que sea ese.

—Gracias mama. Le voy a llamar Luka.

—Nena, es una perrita —le dijo Carla.

—Me da igual, dice que se llama Luka y se va a llamar Luka —dijo la niña.

—Claro guapa. Voy a preparar unos papeles con tu papa y te lo puedes llevar a casa.

—¡Qué bien! Luka se viene a casa con nosotros —dijo saltando de alegría Irene.

—Bueno, pero primero, antes de ir a casa, tenemos que parar en una peluquería canina para que la dejen bien guapa —dijo su mama.

—Siii, Que la laven y la arreglen el pelo ¡Que guapa va estar! A que si Luka.

La perrita la miraba y su expresión ya había cambiado, tenía un brillo en sus ojos que antes no tenía.

Cuando Luka, llego a casa de la niña no parecía la misma estaba limpia, con el pelo liso, corto y muy contenta con Irene su nueva mejor amiga.

La niña no volvió a sentirse sola, salía al patio con Luka a jugar, se las oía reír y ladrar de alegría.

Moraleja: Es mejor adoptar los perritos de las protectoras que comprar perros de raza, están faltos de cariño y lo dan todo por los niños.

© Antonio Caro Escobar

Comentarios

  1. Muchas gracias guapa. Me alegra saberlo. Besos.

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  2. Hermoso relato Antonio. Me encanta el mensaje que dejas.
    El cariño es lo importante. Siempre.
    Gracias por hacer conciencia.
    Un abrazote Antonio.
    Graciasss

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