Margarita



Naciste al final del invierno, dando una entrada triunfal a la primavera.
Entre risas de alegría, entre las lágrimas de una mamá a la cual brindabas ilusión y amor.

Floreciste pequeña princesa, en esa hermosa fase de tu juventud. Bella y enamorada de la vida. Dulce y hermosa amiga. De frescura como la bella flor.

Tus ojos se posaron en una mirada ausente, en un corazón que nunca te mereció. Ilusionada, y con el brillo de la juventud, ví de tus ojos caer las primeras lágrimas.

Lágrimas, por quien menospreciaba tu amor. Por quien con aires de galán conquistador. Puso en tu alma una esperanza, la que de un tajo y con desplante te arrancó.

Margarita...Promesa que se esconde en lo más profundo de mi alma. Amistad que nació en época de dolor, y que se hizo fuerte.
Confidencias hermosas surgieron aquella última vez que conversamos.
Secretos de penas y alegrías que tú y yo nos contamos.

Quiero decirte que jamás te olvido, que siempre estás presente en mi corazón.
Que los juegos y las sonrisas que compartimos, viven a diario en mi memoria.

Aun guardo tu canción favorita, aquella que alguna vez me dedicaste. Y me dijiste, que con ella siempre te recordara. Parecía como una despedida, esa vez hablamos tanto, y era la última que estaríamos así.

El invierno estaba a punto de concluir, y una noche casi la misma en que nacieras, justo a los 17, un fatal accidente te arrancó la vida. Esa llegada de la primavera, tenía tristeza y también soledad. Y mientras florecían las margaritas, y mientras cantaba aquella canción que te dediqué...¡Oh! Carol...Deja de llorar.

Margarita...Carol no ha dejado de llorar, todo este tiempo de ausencia. Todos los días te recuerda. Y cuando el invierno finaliza, cada año, y comienza la primavera. Mis ojos ven florecer tu amistad dentro de mi corazón y siempre digo...¡Otro año más!

© Esperanza E. Vargas

Descansa en paz amiga.
Tu amistad todos los días florece en mi corazón.
Jamás te olvido.
Margarita.

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