Atardecer

El horizonte se baña
de luz, entre ocre
y naranja de un Atardecer.

Las olas del mar
acarician la playa
y también mis sueños
por conquistar.

No me hiere la indiferencia del mundo,
ni la evasiva mirada
de hipicresía.
No me hiere la falta
de sensibilidad,
ni tampoco indirectas
que discriminan pero que nadie acepta responsabilidad.

Es mi Atardecer que vivo,
con apacibilidad,
con una conciencia limpia y una mirada cristalina.
Sabiendo que he entregado lo mejor y cada cosa con sinceridad.
Haciendo brotar el cariño, aun en mis días amargos.
Aun con llanto en mis ojos cada vez más apagados.

Es mi Atardecer de la vida, en un suspiro me voy y no volveré.
Pero dejo el recuerdo de lo que sí conquisté.
De lo que espero me traiga el nuevo despertar, que no es tan solo una ilusión sino una realidad.

Mi Atardecer ha llegado,
y a lo largo del día
he visto tanto.
Como la sorpresa del que te tiende una mano,
pero te pone el pie debajo para hacerte caer.

Como la sonrisa dulce y aduladora, mentirosa
para lograr algún bien.
Estúpidas mentes hipócritas, así mismas se engañan sin más.

Lo más hermoso que uno vive, es la sincera amistad. De aquellos que dan todo por ti. De los que no te traicionarán.
De los que a diario te demuestran en los más pequeños detalles, lo importante que tú eres y lo que para ellos vales.

Es mi atardecer que
llega a su final,
y me quedan algunas horas
de toda la rutina.
Veré que llegue la noche,
y me encuentre yo dispuesta, a iniciar el viaje de los sueños
de estrellas y universo.

Mientras tanto,
aun quedan muchas
páginas en blanco.
Y una pluma muy inquieta,
con tinta de plata y oro.
La cual prevalece y hace florecer,
desde mis adentros un hermoso Atardecer.

© Esperanza E. Vargas