PRÍNCIPE AZUL

Mi sueño siempre era encontrar un príncipe azul que se enamorara de mí, llegando en su hermoso corcel blanco, para llevarme a recorrer el mundo entre bellos paisajes uniendo nuestros corazones.
Estaba en el bosque cuando lo vi venir hacia mí, me saludo, me invitó a pasear en su caballo y nos fuimos platicando muy contentos.
Me enamoró, nos fuimos a vivir juntos y creí que sería como en los cuentos de hadas, " viviríamos felices para siempre" nunca imaginé lo que pasaría después.

Cada amanecer despertaba llena de moretones, cansada, con los pies llenos de tierra, las uñas sucias, el pelo alborotado, a veces, las ropas con jirones, no sabía nada de lo que ocurría por las noches al acostarnos.

Me intrigaba la situación, por más que quería recordar lo que podía suceder conmigo en las noches mi mente no me ayudaba a hacerlo, lo único que recordaba era que después de la cena que mi príncipe me preparaba, bailábamos una melodía tan suave y romántica y después me llevaba en brazos a dormir.

Quería saber el misterio y por la noche simulé que tomaba de esa copa que noche a noche mi príncipe insistía que tomara, cenamos, reímos, bailamos y nos fuimos a dormir, con los ojos entrecerrados vi que se acercaba a la cama y con pases mágicos de sus manos me ordenaba levantarme y seguirlo, fingí estar a disposición disposición, pasamos por túneles húmedos y malolientes, llenos de insectos y ratas, hasta salir a despoblado.

Me dijo que esperara debajo de un árbol mientras él iba sigilosamente hacia una casa cercana, entró en ella por una ventana y después salió con una pequeña dormida en sus brazos.
Me ordenó prepararla para un ritual satánico, iba a sacarle el corazón para ofrendarlo al Dios de las tinieblas, después él y otros miembros que iban a llegar, comerían el cuerpo desmembrado de la pequeña pues aseguraban que eso les daría la vida eterna, yo no sabía que hacer para que no supiera que yo no estaba en trance, mientras me daba la espalda, tomé a la niña en brazos y salí corriendo de ahí, él me perseguía, no sé de dónde salió su caballo, él lo montó, dio un grito desgarrador, yo corría, tropezaba, me levantaba, seguía huyendo con la niña en brazos, veía de reojo ese caballo y un monstruo en vez de mi príncipe azul, me estaba alcanzando, seguí corriendo, tropezando, con las ropas hechas jirones, sentía mi corazón salirse de mi , mis latidos lastimaban mis oídos, presentía su cercanía, ya casi no podía caminar, me sentía desfallecer, tropecé...

Me caí de la cama jadeando y sudorosa, todo había sido una pesadilla, mi esposo dormía tranquilo a mi lado.

© Cely Vargas

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