De nuevo Elena y la lluvia

Rosa_agua

En cuanto al tiempo, sabemos que nunca llueve a gusto de todos; y que la lluvia aparece muchas veces cuando menos falta hace y más incómoda resulta –o no-, dependiendo claro, de personas, situaciones y momentos.

En mi caso, regresaba aquel mediodía del trabajo por el camino habitual y apresurando el paso en lo posible, porque sobre el cielo de la ciudad se estaban acomodando a gran velocidad una serie de nubarrones de un color negro amenazante que, a juzgar por su innegable aspecto de estar cargadas de agua, no tardarían mucho en abrirse de par en par y descargar un sonado chaparrón que obligaría a los viandantes a guarecerse en sitio cubierto o a abrir sus paraguas.

Yo caminaba aligerando el paso lo más posible, porque la situación, inopinadamente, me cogía sin paraguas y con todas las papeletas a mi favor para recibir una gran chupa de agua, salvo que en el camino se produjese algún milagro; cosa que era difícil, por no decir imposible, de que ocurriera a ojos vista.

De pronto, las nubes se abrieron en canal y la lluvia comenzó a descargar con inusitada fuerza. A la par, en la distancia en medio del parque y acercándose a mí provista de su paraguas, me pareció advertir la figura de una joven que me resultaba familiar y que, aparte del paraguas con el que se cobijaba, portaba otro más en su mano libre. El milagro buscado estaba a punto de realizarse.

Aceleré el paso, pues a quien intuí bajo aquel paraguas era a la joven a la que días antes le había prestado mi paraguas en una situación exactamente igual a aquella; por lo que mi corazón se me abrió por la emoción:¡se trataba de Elena!.

Al cruzarnos, nos sonreímos, e inmediatamente ella me ofreció su otro paraguas, que yo acepté y agradecí de mil amores, intercambiando algunas apresuradas frases bajo aquella lluvia que, aun rebotando sobre nuestros sendos paraguas, nos calaba materialmente.

La casualidad nos volvía a colocar en la necesidad de hacer uso cada uno del paraguas que el otro le ofrecía.

Y mientras la lluvia seguía cayendo con fuerza sobre nosotros, de pronto la dirección de nuestros caminos se hizo única y, casi al mismo instante, de los dos paraguas que minutos antes aparecían abiertos, uno de ellos se plegó y seguimos el rumbo bajo la protección de un solo paraguas.


© J. Javier Terán.

Comentarios

  1. ¡Ohh Qué bonito!
    Lo pude visualizar. Como escena de una película. Esa lluvia le da un toque especial a la historia. Esa lluvia la puedo ver con lo bien que la describes. Incluso el plegar del paraguas que ya no se necesitó y el otro que ahora acoge a los dos caminantes, y que seguro, tendrá un hermoso final.
    Simplemente Genial... Mi amigo Javier.
    Me sigue dando la impresión de un continuará...

    Te dejo otro abrazo.
    Y Buenos Días.
    Excelente Trabajo.

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  2. Buenos días!!! He leído con interés la historia de Javier y Elena ,muy bonito lo que puede dar desi un relato .
    Muy amable ella te devuelve ,el favor que la hiciste .
    Aún el relato puede seguir ,o lo dejas a la imaginación de lector .
    Esos encuentros se pueden repetir ....
    Muchas gracias .
    Y..que pases un feliz domingo ,por las noticias que me llegan ,fresquito....
    Yo estoy en Las Palmas ,aún estaré un mes más, pero aunque hace buena temperatura .
    Llueve con frecuencia varias veces al día.
    Para ellos oro este agua ,pero cuando vienes a pasar una temporada ,no gusta tanto .
    Saludos .
    Carmen

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  3. Muchas gracias, Esperanza, por tan sublimes palabras. Ya viste que hubo una continuación... Y una tercera?, pues ya no sé, porque ya les tenemos tan encaminados en una misma dirección...., que ya les dejamos hacer su vida, supongo...… Abrazos.

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  4. Pues mira que el final del relato lo sugiere no es algo mío. Jaja!
    Solamente faltó que lo pusieras...Continuará...
    Un abrazo Javier.
    Mis saludos

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  5. Que belleza Javier!!! con ese toque de romanticismo..de historia por nacer o continuar, quizas en una tarde de lluvia o al abrigo de un cafe caliente y una conversacion interesante...

    bueno...yo la puse el final...el mio claro

    besoss

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  6. Gracias, Mª Luisa, por tus palabras. No importa que hayas dado un final; porque, como sabes, finales puede haber muchos, casi tantos como lectores, que siempre son aportes a la historia, claro. Besos.

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  7. Es todo un lujo seguir tus relato de esta romántica historia Javier.
    ¡Ay de nuevo Elena y la lluvia!!… Llegar a sentir la humedad de esas gotas que siempre hacen huella calando nuestra ropa. Ya ves que pienso igual a Esperanza , queda el gusto de seguir conociendo algo más de estos encuentros, Y ese acto de compartir el mismo paraguas es un acercamiento lindo.

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  8. Parece ser que la lluvia une al protagonista a Elena sin duda alguna,
    bonita historia con agradecimiento por el agradable encuentro.
    Muy bonito, espero que haya más
    Feliz fin de semana

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  9. Araceli, todo un lujo tus palabras para mi historia "Elena y la lluvia"...
    Que el compartir un paraguas, y bajo la lluvia, además, une, desde luego.
    Y que de ese compartir puede surgir una nueva historia plasmada sobre el papel, pues pudiera ser que pudiera... No lo descarto, desde luego. A ver lo que las musas son capaces de inspirarme...
    Abrazos.

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  10. Carmiña, gracias por tus palabras, tan cercanas y tan amables.
    Y como le decía más abajo a Araceli, pues pudiera ser que pudiera haber una continuación de la historia..., dependiendo de las musas en un determinado momento..., si se muestran propicias y todo eso.... Al tiempo...
    Abrazos.

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  11. Muchas gracias, Carmen, por tus sentidas palabras hacia mi relato. El paraguas los cobija de la lluvia y debajo de él pueden surgir multitud de historias. Que pueda plasmar sobre el papel una continuación, pues "pudiera ser que pudiera"... Desde luego que cada lector puede encontrar la suya...
    Abrazos.

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  12. Seguro que tan solo pasear por tu ciudad te la dará.
    Abrazo dominguero

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