EL CICLÓN



Eran sobre las cinco de la tarde cuando se sintieron las primeras rachas de vientos. Ya todos estábamos recogidos en el humilde seno choza, en torno al fuego bebiendo café y jugando al dominó, cuando Abran recordó que el viejo Luís estaba solo y sin provisiones en su rancho, así que se le ocurrió la brillante idea de ir a buscarlo para no abandonarlo a su suerte.
Ya habían pasado casi tres horas y Abran no regresaba con el viejo Luis; pero para entonces ya las rachas de viento eran mucho más fuertes y por momentos las paredes de la choza cedían, las tejas comenzaron a caer... El agua dada a más de media pierna dentro de la choza. Afuera los árboles caían arrancados por las fuertes rachas de viento de la tierra como si nada y lanzados a metros de distancia de su lugar de origen. Los animales desesperados, temblando de frío y de miedo intentaban entrar en la choza, que cada vez ofrecia menos resistencia, golpeaban las puertas con sus pezuñas. Sabiamos que no aguantaría mucho más, debíamos buscar alternativas, así que los dejamos entrar para evitar la hipotermia de todos, a fin de cuentas, todos queríamos lo mismo, sobrevivir a toda costa...
A los dos días, los perros comenzaron a atacar a las ovejas, los cerdos a las crías de los corderos y nosotros... "los humanos" ya no lo éramos tanto... El hambre hacía mella en el estómago de todos.

31/08/2017
©Hergue A.

Comentarios

  1. Escalofriante historia, la verdad has conseguido intrigarme y hacerme pensar.
    Buen viernes

    ResponderEliminar
  2. Tremenda historia, que engancha en su lectura hasta el mismo final. Y que bien pudiera tener alguna continuación... Intenso relato, Hergue. Abrazos.

    ResponderEliminar
  3. Eso fue un relato que escribi sobre la marcha en un comentario , y hace poco lo vi y lo traje, pero puede continuar, tiene dos frentes abiertos con pueden servir.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario