YA NADA

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Ya nada me ruboriza y todo me maravilla.
Todo es un mensaje del Cielo.

Una hoja marchita en el viento otoñal
que paulatinamente roza y besa mi mejilla,
un caracol baboso y almibarado
que arrastra el peso de la existencia,
una hormiga de fuego que lidia con la disciplina, el labor y el precio de la vida.

Me despojo de mi máscara de cartón,
desnudo a flor de piel mi alma
y fluye el arroyo que me remite a la fuente divina.

Ahora comprendo que he pasado mi tiempo
bajo la higuera del yerro y de la confusión, saciándome de néctar cremoso y lechoso,
con notas de canela y de bergamota,
con los ojos cerrados e insensible a los latidos del corazón de la vida.

Tumbada somnolienta en un torpor profundo,
cual flor de loto con hojas flotantes en el agua durmiente,
escuchando el silencio ruidoso de mi abismo interior
y embriagada en la fragancia del perfume de la Nada...

© Esther Coïa / Noviembre 2019

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