CUMBRES LEJANAS

Cumbres lejanas, enmudecidas de luz,
macizos ondulantes y vaporosos,
nubes de espuma y delicada bruma,
golondrinas argénteas en los bordes de las charcas,
belleza teñida de grácil melancolía

Remolinos de vientos blanquean el aire,
con un sabor de lija perfumada,
una fragancia almizcle a madera de cedro,
a musgo húmedo de encina,
y a tilo plateado del Danubio

Fugaz mirada perdida en el inmenso horizonte,
virtuoso jefe de orquesta saluda,
tiernas y tímidas notas inauguran la sinfonía,
la batuta marca el tempo,
en una respiración ininterrumpida

Baile de oboes barrocos, penetrantes y mordentes,
con fibras finas de cerezo salvaje,
recubiertos de ébano y de marfil,
diálogo afelpado de clarinetes con flautas,
revestidas de palisandro violeta

Trompetas coquetean con timbales, cuerdas y violines,
oda de gracia candorosa,
cortesía delicada y sutil gozo,
las notas surgen de la tierra
en un éxtasis de pudor

Palpitar que renace en el amor, magia de un mirar,
apoteosis de la danza entre la música y la naturaleza,
flotando en la inmensidad de los sueños,
hurtando el velo del tiempo,
en el suspiro lánguido del infinito.

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Dedico este poema a mi querido y talentoso Amigo y Pintor JULIO GONZALEZ RAMOS, como agradecimiento a su ofrenda que adjunto os comparto. Como gran melómano que es Julio, esta pintura sobre tablero de madera fue inspirada por el ALLEGRETO de la 7a Sinfonía de BEETHOVEN, que os invito a escuchar.
Con estos breves versos, le agradezco de todo corazón su precioso regalo.

© Esther Coïa / diciembre 2019