En la encrucijada de los caminos,
la penumbra cubre el cielo,
la brisa sopla sobre los arrecifes de la vida,
del otro lado de la colina,
pradera de simientes durmientes,
tierra incógnita, estéril y yerma
Arena blanca movediza,
montaña rusa de cambios profundos,
malestares, llantos e insomnios,
guerrera y luchadora infatigable,
derrotando capciosos enemigos,
flacidez, desilusiones y disgustos
Contra vientos contrarios caminas,
mochila agridulce abarrotada de recuerdos,
enyesas la melancolía, fajas las heridas
y los tacones limados reparas,
peregrina incansable de la existencia,
pedregoso periplo transitas
Exploradora de paz, luz y armonía,
escollos y senderos errados soslayas,
peñascos y avalanchas surfeas,
las rutinas en sorpresas confeccionas,
las tristezas en sonrisas,
bandera de amor y esperanza empuñas
Capitán de tu propio navío,
elogias con gratitud el tiempo pasado,
rupturas imborrables de la memoria
y amores sin regreso aceptas,
sueños cristalizados abandonas,
dolencias, contradicciones y alegrías reconcilias
Libre y ligera, tu edad con orgullo luces,
bailando en los charcos de agua de lluvia,
vislumbrando un nuevo mundo,
dotada de la armadura de la experiencia y la sabiduría,
el ecuador de tu vida alcanzas,
y el segundo e inmaculado acto, inicias
© Esther Coïa / diciembre 2019
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