COMO ROSA DE JERICÓ

Qué pasaría si después de tanto rodar cuesta abajo por terrenos áridos, con los miedos zurcidos al cuerpo a merced de los vientos desérticos, resucitará como la Rosa de Jericó de entre las ramas secas de la mismísima muerte, con las ramas verdes, aún queriendo cerrar los ojos que humildemente siempre me han acompañado, con las lágrimas bruñidas al rostro por las ausencias mundanas de otros. Creo que seria como un golpe de suerte ¡Soberbio! A mi esperanza nula, como una brisa fresca para mis maltrechas simas, donde sólo quedaría una simple arruga como la que deja un niño cuando juega, desde su feliz inocencia al hacer barquitos de papel en la fragilidad de una hoja.

Y les digo sinceramente que no sé si me adaptaría; porque he perdido tantas veces la nitidez de lo que es vivir la vida, caminando desnuda sobre el color rojizo de las brasas encendidas, que he terminado acostumbrada a convivir con la nostalgia anclada a los huesos, por lo que un día pudo ser y no fue.

Me acostumbré a matar cada día la esperanza, a vivir con la entereza de una rama desarraigada de cuanto ama y a pasear a solas con el alma compungida como un fantasma bajo la luz tenue de la luna. Lo mismo que la Rosa de Jericó esperando la lluvia...

Sé que todos, todos piensan que es mentira, que esa mítica rosa resucita cada primavera como prodigio sublime de la naturaleza, sé que dudan de su osada existencia, como he dudado yo misma; pero a pesar de todo... Lo único cierto es que ambas hemos renacido de entre las ramas muertas rodando de un lado a otro a merced de los tiempos, sobre las tórridas colinas del desierto de esta vida.

© Hergue A.