Hoy la vi

Hoy la vi al cruzar el parque,
cuando el sol ya se recogía
por entre los estilosos alisos,
como cada tarde en su declinar afable.

Iba tan elegante y apuesta,
tan firme y segura en el caminar,
que su talle se cimbreaba con gracia
al ritmo que sus caderas le marcaban.

La estela de su embriagador perfume,
que dejaba un sutil rastro en la distancia,
ayudó a que toda ella se me mostrase
envuelta en un halo de emoción expectante.

Y aunque pasó asaz despacio en esencia,
pero más de prisa de lo que yo querría
para admirarla en todo su caminar,
su mirada sí la advertí a mí dirigida.

Aceleré mi paso y, cuando el penúltimo
rayo de sol, se escondía tras el último aliso,
logré ponerme a su altura y ver cómo el viento,
al mover su cabello, me descubría su bello rostro.

Con la noche ya llegada en toda su dimensión,
tomados de la mano y mirándonos con pasión,
nuestros pasos siguieron el rastro de las luces de neón,
donde las calles de la ciudad serían nuestro postrer refugio.

© J. Javier Terán.