Canto de emoción y esperanza

Ahora que lo teníamos todo a nuestro alcance,
que las fronteras eran ya un recuerdo de otro ayer;
que se iba a toda máquina en nuestras vidas
y casi como miel sobre exquisitas hojuelas.

Que salíamos y entrábamos en nuestras casas
sin rendir cuentas de nuestra ausencia;
sin miedo a contaminarnos de nada,
sino sólo de alegría y sonrisas.

Ahora que la vida era un puro deleite,
que nos besábamos y abrazábamos
para mostrar que nos queríamos,
y aspirábamos con la luz a vencer a la noche.

Que caminábamos unos junto a otros,
y con gran efusividad nos saludábamos,
a la espera de que la jovial primavera
nos convocase para retozar en cualquier pradera.

Mas, despertando un día, vimos de repente
que el sol se ocultaba camino de la noche;
sin que ni los pájaros tan siquiera
tuviesen en su madrugar tiempo de saludarle.

Viéndonos por un virus, confinados en casa,
para sufrir carencias y no ser dueños de nada;
al convertir nuestras vidas en una quimera,
por tener nuestra libertad cercenada.

Así que, cuando todo esto haya acabado
y ya no dé ningún pavor el abrazarse,
me amarraré a ti muy fuerte
a esperar cada día que la noche nos desaloje.

© J. Javier Terán.