CARTAS AL AIRE



Me aconsejan que escriba sobre esta situación, pero a mí se me hace muy cuesta arriba. Yo no se escribir ficción, y esto que nos esta pasando se asemeja más a una novela de ciencia ficción que a la realidad que estamos acostumbrados en estos últimos tiempos. Aunque yo, si he de ser sincera solo he escrito relatos de estilo costumbrista. Cosas que en algún momento pertenecieron a la vida de una sociedad, en un pueblo o, en cualquier lugar del planeta donde residieran y que alguien me podía haber contado.
Lo dicho, yo no escribo surrealismo. Para surrealismo lo que nos esta pasando, pero no a nosotros los españoles, según las noticias hay medio mundo infectado por un virus, que nadie sabe de donde ha salido, y quien lo sepa tampoco lo querrá decir. Aunque sospechas, lo que se dice sospechas, cada cual tiene las suyas.Ya van cinco días de confinamiento recomendado, no he querido arriesgarme a salir ni para tirar la basura.
La comida me la voy administrando para no verme en la tesitura de tener que salir a comprar, por lo menos hasta que la cosa de muestras de un retroceso, o una mejoría. El día es tan largo que me da para mucho. Duermo hasta bien avanzada la mañana, veo las noticias que no son para nada agradables, arreglo el piso, tampoco tengo mucho que arreglar si estoy sola. En cualquier otra circunstancia habría tenido la visita de una hija, de mi nieta, o de un buen amigo que me trae la verdura que le sobra de su huerto, también me echa una mano con algún tema de la administración, cosa que él lleva haciendo hace años.
Van pasando los días, y yo he decidido que no me vale la pena mirarme al espejo.
<<¿Para qué?>>—Si nadie me va a visitar. Chateo con mis grupos de literatura y poesía, las noticias corren como la pólvora, unas son ciertas otras menos. Llamo por teléfono a mis hijas y escucho a mis nietas con la alegría de la inocencia. Para ellas esto no es más que un juego con un virus que le han pintado en la mano. La televisión siempre esta puesta pero yo no le presto mucha atención solo necesito escuchar voces para no oír mi propia voz, que seguro me dirá que no entiende lo que nos está pasando. Los ¿por qué? se suceden y mi voz interior es incapaz de darme esa respuesta que tanto necesito escuchar.
Hoy he cargado el libro electrónico Kindle, gracias a muchos autores solidarios que han puesto sus obras de manera gratuita para que no nos falte literatura ni distracción.
Hoy por fin no llueve, pero tampoco luce el sol, parece que el sol también este triste y no quiera salir de su guarida para darnos un poco de alegría con su luz y su calor. Para nosotros los mediterráneos, un rayo de sol es fundamental para seguir viviendo. No podemos concebir nuestra vida sin ese calor que nos proporciona el astro rey. Si somos así de alegres, en parte se lo debemos al sol que nos calienta.
Esta mañana por fin he podido salir a una terracita que da justo enfrente al patio de un colegio que, en circunstancias normales estaría lleno de alumnos de primaria, con el consiguiente jolgorio de juegos y risas. Yo los observo muchas veces y me recuerda que no hace muchos años, también mis hijas jugaban y hacían deporte en la cancha de baloncesto, justo debajo de mi ventana.


Amanece un nuevo día que intento llenar con todas las actividades que tengo a mi alcance. Por fin el sol nos ha obsequiado con un pequeño resquicio de calor, he decidido salir a la terraza grande donde tengo montado un pequeño jardín, la primavera no entiende de virus y sigue su curso como lo tenía programado, las macetas y las jardineras están a tope de verdor, las flores apuntan sus cálices turgentes y algunas desprenden el perfume propio de su especie. Para acompañar esta mañana he querido amenizar el ambiente con alguna melodía en mi teléfono móvil. De los pinos en el patio del colegio han aparecido unos pajarillos que, enganchados en la alambrada que rodea el recinto por seguridad, han comenzado a cantar. Nunca sospeché que esta pequeña circunstancia produciría en mí tan grata emoción. No recordaba el tiempo que había pasado sin escuchar el canto de un jilguero en vivo y en directo, creo que al pájaro le debió pasar lo mismo, pues al escuchar la música que salía de mi teléfono, pensó si no estaría en el paraíso rodeados de amigos.
Quizá, este encierro no esta siendo tan malo, a parte de protegerme y de que yo proteja a mi entorno, me esta proporcionando pequeñas-grandes cosas a las que por la propia rutina no le prestas atención.
Hoy, un día más es un día que le hemos ganado a este monstruo invisible que nos está liquidando. Sigo en mi encierro físico pero no con mi encierro mental, dejo a mi mente plena libertad para salir y crear historias, imaginar situaciones y abrazar a aquellas personas con las que quisiera hacerlo de manera física. Los sentimientos afloran y los dejo fluir. Me he descubierto más afectiva, más piadosa, más amable, y ojalá pudiera ser la mejor amante del mundo. —Esto último, ya se lo dejo al destino.


Os abrazo desde mí segundo rincón favorito, porque el primero siempre será a orillas de mi amado mediterráneo.


© Paquita Caparrós

Comentarios