Y cada día miraba al horizonte, veía como se iba muriendo el día.
Esperaba por ti, por verte llegar, y me abrazaras como siempre lo hacías.
Me llenabas el rostro de besos, de mimos y tantos Te Quieros.
Me cantabas y yo me dormía confiando siempre en ti y tu amor.
Un día de pronto me quedé sentada en la puerta de nuestra casa.
Pero se pasaban las horas hasta amanecer,
Y tu ya no volviste jamás.
Mientras Ausente tú…
Yo te esperaba, cada tarde sentada en la rama del árbol.
Ese árbol que tu plantaste ¿Recuerdas? Y ahí cantaba para ti cada atardecer.
La luna… Estaba quieta cuado la noche llegaba y me sorprendía.
Y platicaba con ella, noches eternas, noches de lágrimas y tristeza.
Ella escuchaba mi voz llamándote, pidiendo me llevaras contigo.
Fueron noches donde las estrellas, acariciaban mis ojos con su brillo.
Había veces que yo subía, y viajaba por el universo infinito.
Con las alas de la imaginación, volaba y escribía en el cielo mi agonía.
Nunca supiste, que mientras Ausente, dormité en las puertas del olvido.
Mientras la luna me consolaba, enjugaba mis lágrimas con cariño.
El tiempo ha pasado y sigo pendiente, mirando el horizonte adormecido.
Mis cabellos los envolvió el Otoño, y en mi agonía, aún te espero, padre mío.Esperanza E. Vargas
De la Antología
Otoño Azul
Gracias Greg.
Realmente nostálgico y muy sentida ausencia. Un abrazo
ResponderEliminarMaravillosos versos, Esperanza; llenos de una sensibilidad, ternura y cariño, claramente expresado contando con algunos elementos de la naturaleza: luna, estrellas, árbol, que a su través nos acercan aún más la historia que narras. Abrazos.
ResponderEliminarTe Quiero hermosa.
ResponderEliminarUn abrazo gigante para ti.
Gracias amigo. Ya te debo muchas jejeje.
ResponderEliminarMi abrazo fuerte para ti y tu familia.
Cuídense mucho.