LOS ÍNCUBOS


Era un día como otro cualquiera, quizás un poco más monótono que otras veces porque amaneció lloviendo y la lluvia siempre nos hace volver a los días de infancia, a la casa de abuelos, a las cenas en familia... Pero yo particularmente ese día no tendría nada de eso, sólo trabajo. Y como era costumbre de la Señora Nena sobre las dos de la tarde se tomaba su siesta. Momento que yo aprovecha para leer un buen libro tumbada en el sofá rojo del salón, pero no sé en que instantante me quedé un tanto embelesada con el libraco de las Rimas de Bécquer sobre el pecho y un píes colgando para el piso. Siempre durante la siesta Roqui me acompañaba y Koy que era un tanto más atrevido se tumbada a ronronear sobre mi estómago, hasta ahí todo iba bien; pero de pronto sentí una fuerte opresión en el pecho que apenas me dejaba respirar, mi cuerpo se quedó inmóvil y una silueta oscura comenzó a levantarme en peso del sofá como si fuese una pluma, mientras succionaba mi aliento, yo quería gritar y no podía...no me salía la voz, no me podía mover, estaba a merced de aquellos horrendos seres. Llamaba y llamaba a Esther la otra chica que trabajaba conmigo y no me escuchaba, trataba de quitármelo de encima y no podía. Sentí mi cuerpo alzarte como un metro del sofá; mientras a mis pies otra silueta oscura de ojos grandes se pasaba su asquerosa lengua por los labios como quien espera degustar un delicioso banquete, no dejaba de observarme. Podía sentir sus macabras risas y escuchar sus voces en una lengua que no lograba entender, mientras mi cuerpo seguía y seguía elevándose a pesar de la resistencia que yo hacía para no dejarme llevar... No sé realmente qué tiempo duro aquel horripilante episodio, a mí me pareció eterno... hasta que por fin sentí ladrar a Roqui desesperado y echarme garra con sus colmillos del pie que tenía colgado del sofá y el buenazo de Koy lucho con uñas y dientes contra aquellas bestias como si fuera un león, hasta que por fin caí bruces, como quien cae desde lo más alto al fondo de un abismo sin esperarlo y el estómago se le queda detrás.. Por eso hoy doy las gracias a mis dos amigos peludos; porque de no ser por ellos quizás no les estaría haciendo el cuento.


© Hergue A.
15 Abril. 2020 0: 42

Comentarios

  1. Nos has mantenido en vilo y sin respirar hasta ver el final de tu cuento, Hergue….Qué intriga!. Y ya ves, los animales más fieles que habitan nuestras casas, han sido quienes te han ayudado en esa pelea que tenías en el sueño contra eses malvados seres que se apoderaron de ti. Bien por ellos. Abrazos.

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  2. Muchísimas gracias Javier es un placer que te guste. Un abrazo.

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