LUNA ROSADA

Ayer agotada de mi cautiverio tome la equívoca decisión virtual de coger la mochila he irme a una antigua cabaña de caza. Cansada ya por la exigua caminata bajo la luna rosada, con el fin de esparcir mis horizontes un poco mas allá que los cuatro tabiques que conforman mi minúsculo habitáculo y para no seguir haciendo un abuso continuado de mi complaciente bitácora, decidí tomar una amena siesta rodeada del gorjeo de los pájaros y el húmedo verdor del paisaje. La noche se me vino encima con la misma premura como cuando te das una buena hostia y aún con parte de mi conciencia despierta y los ojos abiertos como un plato sobre el mullido colchón de mi cuarto, sobre mi vientre desnudo se descolgó un mal bicho con un par de testículos en sus manos y los ojos desorbitados como lo de un loco. En el cuello tenía un colgante con par de navajas y las amoladeras de un colosal macareno recién cazado. El occiso sangraba a chorro como un grifo abierto y el olor a sangre fresca habría mi insaciable apetito como a un vampiro y mientras disfrutaba de aquel baño tibio sin ningún reparo... La sangre cálida recorría mi vientre y mi entre piernas y por una extraña razón despertaba mis instintos más básicos... Hasta que una sibilina voz un tanto gutural que no sé de dónde procedía interrumpió el sublime placer que me producía aquel inusual baño y me dijo "mátalo" y no lo dudé ni siquiera un segundo, saque el cuchillo que siempre me guardo debajo de la almohada por si las moscas... y le rebane el cuello como a un marrano; pero ahora me remuerde la conciencia porque no sé, si era a él o al macareno a quien debía rebanar el cuello o a otro...que no estaba en el cuento.

© Hergue A.
9 Abril, 2020 15: 37