MI ALMA SE ESTREMECIA



Extendí mi mano, buscando apoyo
todos pasaban y no miraban
me puse a cantar, repartiendo alegría
canciones del mar, y me escucho un pez chiquito
me pidió ayuda, solo en la arena, jadeaba por no morir...
Lo tome en mis manos y lo acurruqué.
Me encontré una rosa y no la corté,
acaricié su tallo y no me pinché,
me quedé con ella y llegó la noche
ante tanta belleza… quedé extasiada
y su perfume, fue el maná que me alimentó.

© Matilde Folgoso

Comentarios

  1. Versos decididamente tiernos y sensibles, que serenan el ánimo cuando los lees. Abrazos.

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  2. El aroma de una rosa lo cambia todo. Un gusto leerte. Muy bellos versos.
    Saludos cordiales

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