Hay un camino

Hay un camino, todo él tapizado
de bellas estelas simulando corazones,
que nos sale cada día al encuentro
alegando como excusa un sinfín de razones.

Un camino donde nuestros pasos
dejaron bien pronto su traza,
tras pasear en nuestros descansos
y dejar nuestras huellas frente a la palloza.

Aquel viejo caserón que nos cobijase
tantas y tantas veces en el ayer,
ora de la lluvia o del frío recalcitrante,
ora del sol cuando insistía en no ceder.

Y que será para siempre testigo
de aquellos escarceos amorosos,
cuando la noche surcaba el cielo
y eran más sinceros nuestros besos.

Como aquel día de aquel verano,
cuando la tormenta se hizo tan intensa
que hubimos de permanecer en el refugio
desde la última luz hasta la primera.

Y, aunque con la despensa a cero,
no pudiésemos mitigar nuestra hambre,
los besos y las caricias de todo género
supieron llenar de amor cada estante.

Saliendo de la palloza al clarear el alba,
habiendo sellado aquel nuestro gran amor,
con la pasión encendida y desbordada
y los ojos brillando y centelleando de tanto fulgor.

© J. Javier Terán.