Las etapas de la vida

El otro día, alguien colocó delante de mí una relación de ocho palabras y me retó a que, con ellas de base, hiciese una composición literaria –en prosa o en verso- incluyéndolas a todas y cada una de ellas.

Las palabras en cuestión eran estas: Yo, Ego, Amor, Rumor, Perdón, Nosotros, Humildad y Confianza.

Desde luego, que las posibilidades y las argumentaciones a tener en cuenta son muchas y pueden abarcar aspectos varios y situaciones concretas del diario acontecer y algún otro que la mente pueda traer a colación en un momento determinado.

A mí, así a golpe pronto, se me ha ocurrido que todas ellas pudieran ser palabras que se las puede acoplar perfectamente a varias de las diferentes etapas o momentos de la vida por los que pasamos todos y cada uno de nosotros como humanos desde el mismo instante en que nacemos.

Así, cuando se es tan sólo un bebé y una pequeña criatura que necesita de todo para desarrollarse; y luego a medida que se va creciendo y haciéndose adulto, es evidente que se va revelando poco a poco una determinada personalidad unida a un Yo y a un Ego determinados y concretos.

Y, por supuesto, el cariño y el Amor con el que los progenitores le van cuidando, el principal pilar en el que asentar todo el desarrollo de la persona, en esta primera etapa y en las siguientes de la vida también.

Luego, a medida que vamos creciendo y tomando conciencia del espacio donde nos encontramos y en torno al cual nos movemos, nos vamos relacionando con el resto de las personas de nuestro alrededor; vamos compartiendo cosas y también momentos y situaciones diferentes; por lo que es necesario ya que seamos Nosotros.

Que, a medida que vamos progresando, desde el momento concreto en el que, cumplida la edad reglamentaria, entramos de lleno en la sociedad, comenzamos a trabajar, a relacionarnos más intensamente con los demás, a enfrentarnos a los problemas; en el día a día se nos pueden ir presentando personas diferentes, situaciones concretas, conflictos, donde habrá momentos en los que tengamos que actuar con Humildad, pero también con Confianza en nosotros mismos -y confianza en los demás también, claro-.

Sociedad y vida en común donde no será todo una balsa de aceite. Y entonces surgirán problemas, malos entendidos, envidias y, por qué no, Rumores, intencionados o no, formas de actuar anómalas e incluso con ánimo de hacer daño a los contrincantes con los que nos debemos enfrentar en ese día a día.

Pero que, recapitulando, recapacitando, encontraremos muchas veces que nunca debimos actuar así, faltándole al respeto al otro o poniéndole trabas en el camino para poder medrar nosotros en lugar de él.

Entonces puede que lleguemos a la conclusión de que, por ello, tal vez sea necesario pedirle Perdón a uno y a otro por nuestra actuación; y vamos y lo hacemos, y nos colocamos en el camino de la reconciliación. En tanto que otras veces serán los otros los que deban implorarnos ese perdón. Y pasado lo cual, vemos cómo nos vamos sintiendo mucho mejor interiormente.

Y continuamos caminando por la vida, haciéndolo acorde a nuestros principios y a la experiencia que la propia existencia nos va proporcionando.

Y vamos día a día haciendo camino al pasar y cerrando poco a poco el propio ciclo.


© J. Javier Terán.