Me duele tu tristeza, tu dolor me contagia
y aunque no me lo digas a solas te presiento;
mis sueños se deshacen en la flor de tu aliento:
pajarillo salvaje que canta la nostalgia.
Su canto es como un réquiem que todo lo presagia
revuela en esa fibra del puro sentimiento
que pena y llora a solas, a la sazón del viento
entre los aguaceros que transitan la magia.
La lluvia en nuestros ojos cala el valle fecundo
retornamos al hueco de la insondable cueva:
paraísos, desiertos, en locura de mundos...
La congoja es el eco que más lejos nos lleva
nos pierde en las alturas, nos hunde en lo profundo:
es el dolor de Adán... y la tristeza de Eva.
©Julie Sopetrán
Que belleza traen siempre tus versos, Julie.
ResponderEliminarFuerte abrazo.
Magnífico el último verso, esa comparación con Adan y Eva, me ha encantado Julie. 🌹
ResponderEliminarExpresivo a tope tu poema, Julie. Y ese último párrafo, está formado por versos de altura y hondo significado. Abrazos.
ResponderEliminarGracias J. Javier. Agradezco mucho tu lectura. Mi abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, amiga, agradezco de veras tu comentario y te mando mi abrazo, me alegra saber que te ha gustado.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. Y me alegra saber que te gustó esta lectura. Un abrazo fuerte.
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