Contemplación

Sedienta la tarde hasta el firmamento
extiende sus gasas, nubarrón incierto,
luces, luces blancas se pierden, lamentos
difunden los árboles al correr del cierzo.


Cae una lluvia fina sobre el riachuelo
desprende la tierra olores camperos:
romero, tomillo lavanda y espliegos…
el rebaño empuja su vuelta al chiquero.


La neblina baja tras de los almendros
buscando refugio y en los pueblos viejos
hay duendes saltando tupidos repechos.


Sedienta la tarde, se moja a lo lejos,
da paso a una noche con tiras de helecho
y la luna llena, se agranda en su espejo.


© Carmen Barrios Rull





Comentarios

  1. Bonito y descriptivo poema, Carmen, para una tarde-noche de lluvia fina, que cambia el sentido de las cosas y de las personas. Abrazos.!

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