¡Ven !


Ven




¡Ven!, me dijiste,
y en ese mismo instante,
sin acaso pensarlo suficiente,
a tu vera sin demora me planté.





Aparecí casi con lo puesto,
sin equipaje ni suministro,
ni ningún otro repuesto
que no fuese mi corazón a ti expuesto.





Porque pensaba ir renovando
minuto a minuto y beso a beso,
aquel amor que fui preservando
desde aquel primer embeleso.





Y porque tú me querías,
amabas y me seducías,
como jamás en mis días,
alguien pensaría que me atraías.





Por eso, al escucharte ¡ven!,
partí en un santiamén
rebosante de satisfacción,
hasta el regazo de tu corazón
donde tu calma es mi razón.





© J. Javier Terán.


Comentarios