Este poema es de los que empiezo y luego guardo en el cajón de los después. Con él he querido conjugar el verbo CANTAR, que últimamente parece que lo tenemos algo olvidado. Ya lo dice un sabio refrán ¡El que canta, su mal espanta! Por eso yo os recomiendo cantar. Yo canto para espantar las penas, los miedos, las preocupaciones propias y ajenas. Y canto aunque no sepa.
--Porque el bosque no estaría completo, si solo cantasen los pájaros que saben hacerlo--
Canta el agua en la cascada
Canta al correr por las fuentes
Canta el sol en mi ventana
Cantan amores ardientes
Canta el jilguero en su nido
Canta el fuego en el hogar
Canta el corazón herido
Cantan los barcos y el mar
Canta quien mece la cuna
Canta el truhan sin decoro
Cantan la sal y la luna
Cantan mis niños al corro
Canta una viña madura
Canta el olivar tardío
Canta al amor un poema
Cantan grillos en estío
Canta, que cantando muere
La cigarra con el frio
Canta, triste la calandria
Cantan las piedras del río
Cantan las monjas maitines
Cantan en misa y rosario
Cantan y al cantar bendicen
Cantan a Dios en los salmos
© Paquita Caparrós
Claro que hay que cantar, Paquita. Porque cantar alegra el espíritu y alegra el alma, aparte de que te hace olvidar los problemas, al menos mientras cantas. Y aquí en tus versos han encontrado, además, una rima perfecta. Así que el terreno está abonado. Abrazos.!!
ResponderEliminarMi muy estimada Paqui Caparros :
ResponderEliminar¡Que hermoso es dejarse llevar de tu mano , para conjugar y escuchar el canto de todo lo bello....!
Gracias y besos melodiosos.
Muchas gracias por tus animosas palabras. En estos días tan preocupantes, no encuentro la razón para cantar. Sin embargo hago verdaderos esfuerzos, la vida sigue y lo he de hacer agradable a mi entorno.
ResponderEliminarMuchas gracias, esto me surgió porque me anime a empezar un curso de cante gregoriano, con letra en latín. Siempre me había despertado la curiosidad, este estilo de comunicarse con el Altísimo y lo bien que lo hacen los monjes.
ResponderEliminar