HASTA ENTONCES



Es triste, pero cierto. No supe lo que era amar, hasta no sentir, sus dedos acarician mi espalda, sin necesidad de pronunciar palabras.

Hasta no sentir el sabor de sus labios, al rozar los míos ¡ desiertos de caricias y besos !

Hasta no ver, calcinando cada uno de los obstáculos, que siempre, nos habían separado. 

Hasta no sentir su lava ardiente brotar de sus entrañas, como maná traído del Oriente.

Hasta no necesitar su aliento para continuar viviendo… 

Hasta no sentir su aroma como el perfume de las rosas...

Hasta no escuchar, el suave arrullo de su voz pronunciar mi nombre, como un poseso. 

Hasta no sentirlo suspirar libre, como trinar de los pájaros y volar en libertad y regresar en busca de mis labios.

Hasta no sentir vibrar su cuerpo como un volcán ardiendo, con sólo un beso.

No, no supe lo que era  amar, hasta no escuchar el tenue murmullo de su voz, saliendo de sus labios como el dulce canto de un canario, en la raíz de mi tálamo.

Hasta no despertar, deseando arder en sus manos, como fuego vivo, sobre tu pecho desnudo…

Hasta no hacer el amor, una y otra vez sin necesidad de pedirlo como un mendigo. 

Hasta no vivirlo, como locos de atar al unísono.

Hasta no saciar el voraz apetito, en el sagrado templo de su cuerpo infinito. 
 
Hasta no vivirlo, como dos niños, al que el destino unió, sin premeditarlo ni un segundo.

Hasta no palparlo despacio, como una estrella fugaz que se detiene en el tiempo, sin miedo a perder su brillo.

Hasta entonces, no supe lo era amar, caro, corazón... mío.

© Hergue Azul
20 oct. 2020





Comentarios